Pocos sucesos han marcado la
historia de los Estados Unidos para siempre. Los asesinatos del gallinero de
Wineville son una serie de secuestros y asesinatos de niños que tuvieron lugar
en Los Ángeles de 1928 a 1930. El caso expuso al gran público la corrupción en
el Departamento de Policía de Los Ángeles y recibió atención nacional. La
película Changeling, dirigida por Clint Eastwood en 2008, se basa en este caso.
Entre los niños que desaparecieron se encontraba Walter Collins (9 años), que desapareció
el 10 de marzo de 1928 y los hermanos Lewis y Nelson Winslow (12 y 10 años),
que desaparecieron de Pomona el 16 de mayo de 1928.
Después de 27 días de juicio, el
7 de febrero de 1929 Gordon Stewart Northcott fue declarado culpable de matar a
Lewis y Nelson Winslow y otro niño mexicano no identificado. El jurado lo
condenó por secuestrar, abusar sexualmente, torturar, asesinar, y descuartizar
a estos y otros niños durante el año 1928. El 13 de febrero de 1929, el Juez
Freeman condenó a Northcott a ser ahorcado, sentencia que se llevó a cabo el 2
de octubre de 1930.
Más tarde, Louisa Northcott,
madre del condenado, admitió haber asesinado a Walter Collins. Fue condenada a
cadena perpetua en la prisión estatal de San Quintín, aunque se cree que
Northcott había coaccionado a su madre para cometer el asesinato. En el número
de la revista Time del lunes 11 de febrero de 1929, se informó que «Gordon
Stewart Northcott, mientras que era juzgado por abusar y asesinar a cuatro
niños, escuchó testificar a su madre que no era en realidad su madre, sino su
abuela».
El escándalo de este caso destapó
una gran trama de corrupción en el Departamento de Policía de Los Ángeles.
Arthur Hutchins, Jr, un niño fugitivo de Illinois y originario de Iowa, se hizo
pasar por el desparecido Walter Collins para obtener gratis un viaje a
California. La policía consideró cerrado el caso y trató de convencer a la
madre de Walter Collins, Christine Collins, de que Hutchins era su hijo. Cuando
se negó a creerlo, fue internada contra su voluntad en el pabellón psiquiátrico
del Hospital General del Condado de Los Angeles. Sólo después de que Hutchins
admitiera la verdad, diez días más tarde, Christine fue puesta en libertad.
Los investigadores encontraron un
hacha y restos de huesos, pelo, y los dedos de tres de las víctimas enterrados
en cal cerca del gallinero del rancho de Northcott cerca de Wineville, de ahí
el nombre de "asesinatos del gallinero de Wineville". Debido a la
gran repercusión del caso, Wineville cambió su nombre por el de Mira Loma el 1
de noviembre de 1930, debido en gran parte a la publicidad negativa en torno a
este caso. Nombres como Wineville Avenue, Wineville Road, Wineville Park y
otras referencias geográficas aún recuerdan el antiguo nombre de la población.
Gordon era un chico con
perturbaciones mentales y sexuales graves. Su madre lo sabía bien y, sin
embargo, poco hacía al respecto. Más que orientarlo, se dedicaría a complacerlo
durante su corta, pero no menos agitada vida. Sarah Louisa Northcott dio a luz
a Gordon en Saskatchewan, Canadá, en 1908. Poco se sabe de su infancia, más
allá de sus tendencias homosexuales y sádicas. Las retorcidas fantasías de
Gordon, parecían ser compartidas por su madre, quien lo mimaba y cuidaba.
Los Northcott poseían un rancho
en Wineville, cerca de Riverside, California. Se mudaron allí en 1926, y al
poco tiempo Gordon comenzó a mantener contacto con un sobrino, Sanford Westley
Clark, de 16 años, a quien invitó a pasar un tiempo con él y su madre en el
rancho, para trabajar y juntar algo de dinero. Sandford era sumamente tímido;
pero accedió a la oferta y se mudó con ellos en 1928.
El joven Northcott, con 20 años,
recibió a su sobrino y le mostró el rancho en donde tendría que trabajar. Pero
lo que Sanford ignoraba, era que Gordon se sentía atraído por él, y que sólo
buscaba una excusa para que el chico durmiera cerca de su habitación. Al poco
tiempo comenzó a hostigarlo sexualmente. Días después, el chico se había
convertido en el esclavo sexual de Gordon, quien lo violaba todas las noches y
golpeaba constantemente.
Después de un tiempo, Gordon
decidió dar un paso más allá. Harto de sólo contar con su sobrino para saciar
sus fantasías sexuales, decidió comenzar a violar a otros chicos. Solía invitar
a menores desconocidos a su rancho, con la excusa de dejarlos montar a caballo
o de trabajar por el día, y así ganarse unos cuantos dólares. Una vez que los
chicos caían en su trampa, los violaba y dejaba que se marcharan.
Seguramente por ignorancia o
vergüenza, ninguno de los chicos lo delató a la policía o a sus padres; pero
Gordon comprendió que su actuar era demasiado arriesgado. Cuando leyó días
después, en los periódicos, acerca de la denuncia de un posible pederasta
suelto y las declaraciones de algunos niños, su naturaleza de depredador sexual
le obligó a planear mejor sus actos, y consideró que raptarlos por tiempo
indefinido era mucho mejor que correr el riesgo de dejarlos ir.
Con la ayuda de Sandford (quien
debía obedecerlo o recibir una paliza), Gordon comenzó a atraer a muchachos
jóvenes. Su forma de ser era demasiado tosca, por lo que le costaba convencer a
sus futuras víctimas. De hecho, su apariencia maquiavélica y burlesca tampoco
le ayudaba mucho. Sandford, en cambio, tenía una mirada nerviosa y huidiza. Lo
utilizaba para ganar la confianza de los otros muchachos y atraerlos a su
rancho. Una vez allí, los encerraba en el gallinero para violarlos y golpearlos
de vez en cuando. Llegó a mantener cautivos y amordazados hasta 12 chicos al
mismo tiempo, de los cuales abusaba todos los días.
Por otro lado, Gordon Stewart
Northcott, tenía sólo veinte años cuando fue sentenciado a muerte por la
violación, rapto y asesinato de cuatro niños en el caso de "Los asesinatos
del gallinero de Wineville" (Wineville Chicken Coop Murders). Lejos de
lucir arrepentido o pedir perdón, Northcott se dedicó a contradecirse, una y
otra vez, en cuanto a su responsabilidad en aquellos horrendos crímenes. Su
credibilidad era completamente nula, y aunque Christine Collins se entrevistó
con él para saber si realmente había asesinado a su hijo, este lo negó.
A pesar de contar con las
declaraciones de Sandford y los zapatos de su hijo (hallados en el rancho),
Christine Collins no podía creer que Walter estuviese muerto. Albergaba la
esperanza de que el chico hubiese huido del rancho, dejando sus zapatos, y que
no volviera a casa, avergonzado por haber sido violado por Gordon. Su cruzada
continuaría varios años más, ante la mirada de quienes sólo podían compadecerse
de ella, pues era muy probable que Walter estuviera muerto. Falleció convencida
de que su hijo aún estaba vivo en alguna parte.
Poco antes de ser ejecutado, en
1930, Northcott le escribió a Collins para que fuera a conversar con él en la
prisión. Le aseguró que le contaría "toda la verdad". Sin embargo,
cuando Christine se presentó en la cárcel de San Quintin, Gordon se excusó
diciendo que ya no quería verla y que no tenía nada que declarar al respecto.
Collins lo enfrentó, pero Northcott sólo dijo: "Yo no sé nada de eso. Soy
inocente".