viernes, 22 de diciembre de 2017

GORDON STEWART NORTHCOTT, EL ASESINO DEL GALLINERO


Pocos sucesos han marcado la historia de los Estados Unidos para siempre. Los asesinatos del gallinero de Wineville son una serie de secuestros y asesinatos de niños que tuvieron lugar en Los Ángeles de 1928 a 1930. El caso expuso al gran público la corrupción en el Departamento de Policía de Los Ángeles y recibió atención nacional. La película Changeling, dirigida por Clint Eastwood en 2008, se basa en este caso. Entre los niños que desaparecieron se encontraba Walter Collins (9 años), que desapareció el 10 de marzo de 1928 y los hermanos Lewis y Nelson Winslow (12 y 10 años), que desaparecieron de Pomona el 16 de mayo de 1928.

Después de 27 días de juicio, el 7 de febrero de 1929 Gordon Stewart Northcott fue declarado culpable de matar a Lewis y Nelson Winslow y otro niño mexicano no identificado. El jurado lo condenó por secuestrar, abusar sexualmente, torturar, asesinar, y descuartizar a estos y otros niños durante el año 1928. El 13 de febrero de 1929, el Juez Freeman condenó a Northcott a ser ahorcado, sentencia que se llevó a cabo el 2 de octubre de 1930.

Más tarde, Louisa Northcott, madre del condenado, admitió haber asesinado a Walter Collins. Fue condenada a cadena perpetua en la prisión estatal de San Quintín, aunque se cree que Northcott había coaccionado a su madre para cometer el asesinato. En el número de la revista Time del lunes 11 de febrero de 1929, se informó que «Gordon Stewart Northcott, mientras que era juzgado por abusar y asesinar a cuatro niños, escuchó testificar a su madre que no era en realidad su madre, sino su abuela».

El escándalo de este caso destapó una gran trama de corrupción en el Departamento de Policía de Los Ángeles. Arthur Hutchins, Jr, un niño fugitivo de Illinois y originario de Iowa, se hizo pasar por el desparecido Walter Collins para obtener gratis un viaje a California. La policía consideró cerrado el caso y trató de convencer a la madre de Walter Collins, Christine Collins, de que Hutchins era su hijo. Cuando se negó a creerlo, fue internada contra su voluntad en el pabellón psiquiátrico del Hospital General del Condado de Los Angeles. Sólo después de que Hutchins admitiera la verdad, diez días más tarde, Christine fue puesta en libertad.

Los investigadores encontraron un hacha y restos de huesos, pelo, y los dedos de tres de las víctimas enterrados en cal cerca del gallinero del rancho de Northcott cerca de Wineville, de ahí el nombre de "asesinatos del gallinero de Wineville". Debido a la gran repercusión del caso, Wineville cambió su nombre por el de Mira Loma el 1 de noviembre de 1930, debido en gran parte a la publicidad negativa en torno a este caso. Nombres como Wineville Avenue, Wineville Road, Wineville Park y otras referencias geográficas aún recuerdan el antiguo nombre de la población.

Gordon era un chico con perturbaciones mentales y sexuales graves. Su madre lo sabía bien y, sin embargo, poco hacía al respecto. Más que orientarlo, se dedicaría a complacerlo durante su corta, pero no menos agitada vida. Sarah Louisa Northcott dio a luz a Gordon en Saskatchewan, Canadá, en 1908. Poco se sabe de su infancia, más allá de sus tendencias homosexuales y sádicas. Las retorcidas fantasías de Gordon, parecían ser compartidas por su madre, quien lo mimaba y cuidaba.

Los Northcott poseían un rancho en Wineville, cerca de Riverside, California. Se mudaron allí en 1926, y al poco tiempo Gordon comenzó a mantener contacto con un sobrino, Sanford Westley Clark, de 16 años, a quien invitó a pasar un tiempo con él y su madre en el rancho, para trabajar y juntar algo de dinero. Sandford era sumamente tímido; pero accedió a la oferta y se mudó con ellos en 1928.

El joven Northcott, con 20 años, recibió a su sobrino y le mostró el rancho en donde tendría que trabajar. Pero lo que Sanford ignoraba, era que Gordon se sentía atraído por él, y que sólo buscaba una excusa para que el chico durmiera cerca de su habitación. Al poco tiempo comenzó a hostigarlo sexualmente. Días después, el chico se había convertido en el esclavo sexual de Gordon, quien lo violaba todas las noches y golpeaba constantemente.

Después de un tiempo, Gordon decidió dar un paso más allá. Harto de sólo contar con su sobrino para saciar sus fantasías sexuales, decidió comenzar a violar a otros chicos. Solía invitar a menores desconocidos a su rancho, con la excusa de dejarlos montar a caballo o de trabajar por el día, y así ganarse unos cuantos dólares. Una vez que los chicos caían en su trampa, los violaba y dejaba que se marcharan.

Seguramente por ignorancia o vergüenza, ninguno de los chicos lo delató a la policía o a sus padres; pero Gordon comprendió que su actuar era demasiado arriesgado. Cuando leyó días después, en los periódicos, acerca de la denuncia de un posible pederasta suelto y las declaraciones de algunos niños, su naturaleza de depredador sexual le obligó a planear mejor sus actos, y consideró que raptarlos por tiempo indefinido era mucho mejor que correr el riesgo de dejarlos ir.

Con la ayuda de Sandford (quien debía obedecerlo o recibir una paliza), Gordon comenzó a atraer a muchachos jóvenes. Su forma de ser era demasiado tosca, por lo que le costaba convencer a sus futuras víctimas. De hecho, su apariencia maquiavélica y burlesca tampoco le ayudaba mucho. Sandford, en cambio, tenía una mirada nerviosa y huidiza. Lo utilizaba para ganar la confianza de los otros muchachos y atraerlos a su rancho. Una vez allí, los encerraba en el gallinero para violarlos y golpearlos de vez en cuando. Llegó a mantener cautivos y amordazados hasta 12 chicos al mismo tiempo, de los cuales abusaba todos los días.

Por otro lado, Gordon Stewart Northcott, tenía sólo veinte años cuando fue sentenciado a muerte por la violación, rapto y asesinato de cuatro niños en el caso de "Los asesinatos del gallinero de Wineville" (Wineville Chicken Coop Murders). Lejos de lucir arrepentido o pedir perdón, Northcott se dedicó a contradecirse, una y otra vez, en cuanto a su responsabilidad en aquellos horrendos crímenes. Su credibilidad era completamente nula, y aunque Christine Collins se entrevistó con él para saber si realmente había asesinado a su hijo, este lo negó.

A pesar de contar con las declaraciones de Sandford y los zapatos de su hijo (hallados en el rancho), Christine Collins no podía creer que Walter estuviese muerto. Albergaba la esperanza de que el chico hubiese huido del rancho, dejando sus zapatos, y que no volviera a casa, avergonzado por haber sido violado por Gordon. Su cruzada continuaría varios años más, ante la mirada de quienes sólo podían compadecerse de ella, pues era muy probable que Walter estuviera muerto. Falleció convencida de que su hijo aún estaba vivo en alguna parte.

Poco antes de ser ejecutado, en 1930, Northcott le escribió a Collins para que fuera a conversar con él en la prisión. Le aseguró que le contaría "toda la verdad". Sin embargo, cuando Christine se presentó en la cárcel de San Quintin, Gordon se excusó diciendo que ya no quería verla y que no tenía nada que declarar al respecto. Collins lo enfrentó, pero Northcott sólo dijo: "Yo no sé nada de eso. Soy inocente".