Hesíodo fue un poeta de la
Antigua Grecia. Sus obras, como las de Homero, fueron objeto ya desde el siglo
VI a. C. de estudio y veneración. La Teogonía, literalmente “Origen de los
dioses”, es su obra poética más importante. Contiene una de las más antiguas
versiones del origen del cosmos y el linaje de los dioses de la mitología
griega, y es una de las obras claves de la épica grecolatina. Se discute si debe fecharse en el siglo VII
a. C. o en el VIII a. C. La obra está construida a partir de géneros poéticos
preexistentes que hasta el momento habían pertenecido a la tradición oral en
Grecia: cosmogonías, teogonías, genealogías, catálogos y mitos de sucesión.
Los tres primeros géneros pueden
aparecer fundidos, vertebran la obra y están ordenados con un criterio
aproximadamente cronológico. Los mitos de sucesión, a pesar de que pueden ser
considerados como digresiones dentro de los bloques genealógicos, le dan
sentido a toda la obra.
LOS CUATRO DIOSES PRIMORDIALES DE LA TEOGONÍA DE HESÍODO
Tras un himno introductorio a manera
de proemio en el que canta a las musas, comienza la Teogonía propiamente. «En
primer lugar existió el Caos», primera de las entidades primordiales, y luego
surgieron «Gea la de amplio pecho», «el tenebroso Tártaro» y «Eros, el más
hermoso entre los dioses inmortales». Aunque frecuentemente se asume que Gea,
Tártaro y Eros descienden de Caos, esto no se corresponde ni está implicado en
el texto de Hesíodo, que los presenta como realidades primarias como Caos que
llegaron a la existencia independientemente. Como Gea, Caos forma
posteriormente una familia propia a partir de dos descendientes que sí nacen de
ella.
Caos. El Caos es aquello que existe antes que el resto de los
dioses y fuerzas elementales, es decir, el estado primigenio del cosmos
infinito. El término procede del griego antiguo Χάος, “espacio que se abre”, o
“hendidura”, y procede del verbo χἄω, que en formas derivadas significa
“bostezar”, “abrirse una herida” o “abrirse de una caverna”. En el siglo V a.
C. se lo identificó con el aire, adquiriendo
solo tardíamente el sentido de «confusión elemental», con Ovidio.
Rose analiza que aquella
afirmación central de Hesíodo de que al comienzo de todas las cosas era Caos,
es una expresión que ha dejado para toda la filosofía ulterior un espacio muy
amplio para la interpretación y la especulación. La palabra «caos» no tenía
para los griegos un significado que apunte a ninguna de las connotaciones
actuales de desorden o confusión. Aunque la palabra parece significar
originalmente «vacío» o «espacio», seguramente no designa simplemente un
espacio vacío, dado que resulta muy improbable que los griegos hayan supuesto
que al comienzo había «nada». Pero Hesíodo tampoco dice que Caos estaba allí
siempre (desde toda la eternidad), sino que prefiere usar la palabra γένετο,
para señalar su «génesis» o surgimiento.
En una revisión y actualización
de la obra de Rose, Robin Hard agrega la idea de que aunque Caos signifique
literalmente «amplio vacío» denota algo más que el mero espacio vacío,
principalmente por tratarse de una característica primordial del universo. Esta
«realidad turbia» apareció en las genealogías subsiguientes como la fuente
primaria de lo oscuro y lo negativo en el mundo. Hard destaca además que
Hesíodo se imagina a Caos como algo sólido, al menos lo suficientemente
compacto como para ser afectado por el calor del rayo de Zeus. Por lo demás,
Caos no desaparece, sino que continúa ocupando un lugar, una ubicación
espacial, cuando ya está finalizada la construcción del universo: en un pasaje
posterior se le sitúa entre Gea y Tártaro, la zona más profunda del inframundo.
Aunque Caos es en griego un sustantivo de género neutro, es tratada en los
relatos como mujer cuando se presenta como una deidad.
Gea. Es la diosa primigenia que personifica la Tierra en la
mitología griega. Es una deidad primordial y ctónica en el antiguo panteón
griego, considerada la Tierra Madre, de lo que la referencia más antigua es el
griego micénico ma-ka, escrito en alfabeto silábico lineal B.
Aun siendo una figura importante
en su mitología, Gea no fue particularmente honrada en el culto de la antigua
Grecia. Su rol primordial la diferenciaba aparentemente de los posteriores
dioses olímpicos, con personalidades mucho más desarrolladas. Le fueron
dedicados templos en varios lugares de Grecia, incluyendo uno en la ladera sur
de la Acrópolis ateniense (honrada como Ge Kourotrophos) y otro en Esparta,
compartido con Zeus Agoraios. Aunque actúa en los mitos como una persona y a
veces se la muestra en obras de arte surgiendo del suelo en forma humana, no
puede decirse que se trate de una deidad completamente antropomórfica por su
inmediata y directa identificación con la tierra como elemento físico y
natural.
Tártaro. Es un lugar de tormento y sufrimiento eternos, parecido al
Infierno del Cristianismo y al Inframundo de las religiones paganas. En la
mitología griega, el Tártaro es tanto una deidad como un lugar del Inframundo,
más profundo incluso que el Hades. En antiguas fuentes órficas y en las
escuelas mistéricas es también la «cosa» ilimitada que existió primero, de la
que nacieron la Luz y el Cosmos.
En su Teogonía, Hesíodo cuenta
que Tártaro era hermano de Caos, Gea y Eros, y padre de Tifón con Gea. También
asevera que un yunque de bronce caerá desde el cielo durante nueve días hasta
alcanzar la Tierra, y que tardará nueve días más en caer desde ahí al Tártaro.
En la Ilíada, Zeus dice que el Tártaro está «tan abajo del Hades como el cielo
está de alto sobre la tierra». Al ser un lugar tan alejado del sol y tan
profundo en la tierra, está rodeado por tres capas de noche, que rodean un muro
de bronce que a su vez abarca el Tártaro. Es un pozo húmedo, frío y desgraciado
hundido en la tenebrosa oscuridad. Es uno de los objetos primordiales, junto
con el Caos, Gea (la Tierra) y Eros, que surgieron en el universo.
Como en los poemas homéricos, el
Tártaro hesiódico es la más profunda región del mundo, situada bajo el mismo
Hades, a la misma distancia de este que la Tierra del Cielo. Fue el lugar donde
las sucesivas generaciones de dioses encerraron a sus enemigos. Aunque muchos autores
lo mencionan en el inicio de sus cosmogonías (Museo inicia su historia de la
creación con él), otros autores griegos como Platón o Aristóteles, ignoraron
los versos de la Teogonía donde se lo menciona. Martin West piensa que es
posible que fuera insertado como una idea de último momento: ubicar el Tártaro
en los inicios sería comprensible en una teogonía como la hesiódica, en la que
el mundo se construye de abajo a arriba. Cuando Tártaro es personificado se le
considera padre de hijos siniestros, como Tifón (en la Teogonía, hijo de Gea y
Tártaro) o, en fuentes posteriores, de Equidna y Tánatos (la muerte).
Eros. Era el dios primordial responsable de la atracción sexual, el
amor y el sexo, venerado también como un dios de la fertilidad. En algunos mitos
era hijo de Afrodita y Ares, pero según El banquete de Platón fue concebido por
Poros (la abundancia) y Penia (la pobreza) en el cumpleaños de Afrodita. Esto
explicaba los diferentes aspectos del amor.
El Eros hesiódico es primordial,
su acción es universal y previa a la distinción de sexos. Personifica la
pasión, el anhelo amoroso y total y su existencia permite que los seres
primigenios creen nuevos seres sin unión sexual. El papel de Eros es una invención
destacable de Hesíodo, sin paralelo en las historias de la creación de Oriente
próximo, posiblemente derivado de la posición de Poto en la cosmología fenicia.
Hesíodo fue seguido solo por el mitógrafo argeo Acusilao (siglo V a. C.) en no
atribuir padres a Eros. Autores posteriores le atribuyeron diferentes padres,
pero dichas variaciones indican la ausencia de una tradición autorizada al
respecto.