Belcebú o Beelzebub, derivado de
Baal Zebub, era el nombre de una divinidad filistea Baal Sebaoth en hebreo.
Adorado en épocas bíblicas en la ciudad filistea de Ecrón; la cual
posteriormente sería asimilada a la tradición cristiana. Se cree que Belcebú o
Beelzebub deriva etimológicamente de "Ba'al Zvuv" que significa
"El Señor de las Moscas". Por otro lado el nombre Beelzebub era usado
por los hebreos como una forma de burla hacia los adoradores de Baal. Debido a
que en sus templos, la carne de los sacrificios se dejaba pudrir, por lo que
estos lugares estaban infestados de moscas.
Sin embargo, la palabra que compone
este nombre suena en hebreo tsebal, morada, especialmente en el sentido de la
Gran Morada, los infiernos, y en boca del pueblo se confundió con tsebub,
mosca. Y pasó este imponente nombre de "Señor de la Gran Morada" o
"Señor del Abismo" a "Señor de las Moscas", que es la
traducción que suele darse en los textos evangélicos. Belcebú en sus formas
alegóricas toma a veces una apariencia colosal; de rostro hinchado, coronado
con una cinta de fuego, cornudo negro y amenazante, peludo y con alas de murciélago.
En la literatura cristiana se
empleó para designar al Príncipe de los demonios, de acuerdo a la antigua
costumbre hebrea de representar deidades ajenas en forma maligna. El escritor
inglés y premio Nobel de literatura en 1983, William Golding, escribió una
excepcional novela alegórica de la condición del hombre. La novela se titula
Lord of the flies, es decir El señor de las moscas (epíteto de Belcebú). En la
novela se le representa mediante la cabeza de un jabalí, clavada en una pica en
un claro de un bosque, y cortejada por miles de moscas que revolotean a su
alrededor mientras se va pudriendo.
En el relato bíblico el demonio
asume diversos nombres, que corresponden a distintas manifestaciones de su
maldad y de las tentaciones de pecado que nos ofrece incesantemente. Sin
embargo originalmente, en la tradición judeocristiana existen desde el demonio
del dinero, Mammón, hasta el que produce olores fétidos, Belial. Es frecuente
que a Belcebú se lo denomine Satanás, y también Lucifer, y tantos otros nombres
y especializaciones en el mal como creó, con fines didácticos, la imaginación
de los predicadores.
Pero en un diccionario sobre
demonología podremos comprobar que son distintos demonios. Este semidios
raramente vagaba por la tierra; siempre se mantuvo distante. Se dice que en su
templo, violaba menores que eran traídas por esclavos. En este sentido, también
hay tradiciones que indican que Lucifer, Satanás y Belcebú conforman el
triunvirato que gobierna al infierno y sus legiones.