viernes, 22 de diciembre de 2017

ANTIGUOS PUEBLOS GALOS


La expresión pueblos galos designa a los pueblos protohistóricos de celtas que residían en la Galia, aproximadamente en los territorios de las actuales Francia, Bélgica, Suiza e Italia del norte, probablemente a partir de la primera Edad de Bronce. Los galos estaban divididos en muchos pueblos o tribus que se comprendían entre ellos, que pensaban descendían todos de una misma cepa y que conocían su genealogía. A estos vínculos de afiliación, reales o míticos, que les creaba obligaciones de solidaridad, se añadían además alianzas que suscribían algunos para ser considerados en la clientela de otros para formar federaciones como las de los arvernos y heduos.

Cada una de estos pueblos se dividió en "civitas" identificadas por un jefe del lugar y un territorio llamado en latín “pagus”, que a su vez se subdividía en “vicus”, más o menos equivalente a los cantones actuales. Las civilizaciones galas se asocian en arqueología a la civilización celta de La Tène (nombre de un yacimiento descubierto en el borde del lago de Neuchâtel, Suiza). La civilización de la Tène floreció en el continente en la segunda Edad de Hierro, y desapareció en Irlanda durante la Alta Edad Media.

SOBRE SUS ORÍGENES

Los galos son los primeros celtas que poblaron la Europa central, después de que hubieran comenzado a emigrar hacia 1500 a. C. al norte-oeste Esto explica el porqué de que en otras zonas de Europa se utilicen palabras directamente relacionadas con los celtas o pueblos galos, por poner un ejemplo la Galicia Ucraniana, y tiene alguna relación con los vikingos que supuestamente fundaron la ciudad de Kiev navegando por ríos, de igual forma que la mayor parte de los asentamientos celtas, son con acceso por navegación. Existe relación celta con los vikingos, teniendo en cuenta que en la protohistoria todos estos pueblos indoeuropeos estaban emparentados, teniendo como posible origen, los celtas, la Galacia turca hacia el norte por Ucrania y Grecia, llegando desde Ucrania a Polonia y los países bálticos a Escandinavia, y desde Grecia hasta Irlanda y Portugal.

Basta recordar la familia de lenguas uraloaltaicas: finohungúricos también llamadas lenguas ugrofinesas (finlandés y húngaro), estonio, carelio, turco y mansi para suponer que los indicios no son desdeñables, para constituir una parte importante de la población de diferentes regiones de la Galia. Los celtas, que habitualmente no utilizaban la escritura, aparecen, por tanto, en el período conocido como protohistoria, en la Edad del Bronce y la Edad de Hierro.

Los inicios de la época gala son difíciles de fechar y varían entre regiones. Como demostró Henri Hubert, el proceso habría durado varios siglos durante los cuales varios pueblos habrían coexistido. No habrían llegado de repente por una especie de guerra de invasión general, ni en masa por la migración de una multitud de individuos aislados, sino por la llegada de grupos organizados en tribus poco numerosas, que se establecieron en medio de otros pueblos que les acogieron con hospitalidad, derechos definidos por tratados y un territorio.
Es comúnmente admitido que la civilización céltica floreció en la Galia en el periodo de La Tène, es decir, en la segunda Edad de Hierro, a partir del siglo V a.C. La ciudad de Marsella, colonia de la ciudad griega de Focea fue fundada en torno a 600 a. C. en el territorio de los segobriges.

CLIENTELISMO

Los galos, al igual que otras muchas civilizaciones antiguas, establecían entre ellos formas de funcionamiento sobre el principio de la clientela (clientelismo. Este lazo social muy fuerte apareció en la época aristocrática (siglos III y II a. C.) y perduró hasta la conquista, cuando los notables locales (los “vergobretos”) fueron sustituidos por los nobles. Los clientes servían a los patrones, probablemente en un origen para pagar antiguas deudas, reparar algunas faltas, o por otras razones de carácter social y este vínculo se transmitía hereditariamente.

El hombre o el pueblo cliente era libre (el clientelismo antiguo o patrocinio es diferente de la esclavitud), pero tenía que prestar servicios o pagar tributos. Un patrón podía tener varios clientes y también podía, finalmente, romper el vínculo que pesaba sobre su clientela o bien transmitirla a otro. Los gens, linajes o familias enteras, podían también ser clientes de una persona o de una familia y después de otra.