Un trol (del
nórdico troll) es un temible miembro de una mítica raza antropomorfa del
folclore escandinavo. Su papel en los mitos cambia desde gigantes diabólicos
similares a los ogros de los cuentos de hadas ingleses, hasta taimados salvajes
más parecidos a hombres que viven bajo tierra en colinas o montículos,
inclinados al robo y el rapto de humanos que, en el caso de los infantes, eran
sustituidos por niños cambiados. También se les puede llamar “gente de la
colina” o “del montículo”. En los cuentos de las islas Shetland y Orkney, los
troles son llamados trowes. La literatura, el arte y la música nórdica de la
época romántica en adelante han adaptado a los troles de diversas formas.
A menudo con la
forma de una raza aborigen, dotados de enormes orejas y narices. Desde aquí,
así como desde cuentos de hadas escandinavos como El gruñido de los tres
chivos, los troles han alcanzado reconocimiento internacional y, en la
literatura fantástica y los juegos de rol modernos, aparecen hasta el extremo
de ser personajes tipo.
FOLCLORE ESCANDINAVO
El significado
de la palabra troll es incierto. Originalmente podría haber tenido el
significado de “sobrenatural” o “mágico” con un revestimiento de “maligno” y
“peligroso”. Otra probable sugerencia es que significa “alguien que se comporta
violentamente”. En la antigua ley sueca, trolleri era un tipo particular de
magia usada para provocar daño. Debería advertirse que términos escandinavos
como trolldom (brujería) y trolla/trylle (realizar trucos de magia’ no implican
relación alguna con los seres mitológicos. Más aún, en las fuentes de la
mitología escandinava, troll puede significar cualquier ser extraño, incluyendo
pero no limitado a los gigantes nórdicos (jötnar).
El ambiguo
significado original de la palabra troll parece haber pervivido algún tiempo
después de que la antigua literatura escandinava fuese documentada. Esto puede
verse en términos tales como sjötrollet (trol del mar), sinónimo de havsmannen
(hombre del mar), un espíritu protector del mar y especie de equivalente masculino
de la sjörå. En Escandinavia hay muchos lugares llamados en honor a los troles,
como la ciudad sueca de Trollhättan (capucha de trol) y la legendaria montaña
Trollkyrka (iglesia de trol).
Gradualmente
puede discernirse la formación de dos tradiciones principales sobre el uso de
troll. En la primera, el troll es unos descendientes directos de los jötnar
escandinavos, grandes y brutos. Se les suele describir como feos o con
características animales como colmillos u ojos ciclópeos. Ésta es la tradición
que ha llegado a dominar cuentos de hadas y leyendas, pero también el concepto
prominente de troll en Noruega. Como regla general, lo que sería llamado un
«troll» en Noruega sería en Dinamarca y Suecia un “gigante” (jætte o jätte,
derivado de jötunn).
En algunos
relatos noruegos, tales como la balada medieval Åsmund Frægdegjevar, los troles
viven en una lejana tierra norteña llamada Trollebotten, cuyo concepto y
ubicación parecen coincidir con el antiguo Jötunheimr escandinavo.
La segunda
tradición es más prominente en el sur de Escandinavia. Inversamente, lo que
sería llamado troll en el sur de Suecia y Dinamarca se llamaría huldrefolk en
Noruega y vitterfolk en el norte de Suecia. El término sureño se originó
probablemente por una generalización de los términos haugtrold (trol del
montículo) o bergtroll (trol de la montaña), ya que los troles de esta
tradición residen bajo tierra.
Estos troles son
muy parecidos a los humanos en apariencia. A veces tenían una cola escondida en
sus ropas, pero ni siquiera eso era definitivo. Una forma frecuente de
reconocer a un trol con aspecto humano en el folclore es fijarse mejor en lo
que visten: en particular, las mujeres trol iban a menudo vestidas demasiado
elegantemente para ser mujeres humanas que se mueven con frecuencia por el
bosque.
Sin embargo, la
mayoría de las veces los troles se mantenían invisibles y así podían viajar
sobre los vientos, como en el caso del trol de viento Ysätters-Kajsa, o colarse
en los hogares humanos. A veces sólo podía oírseles hablar, gritar y hacer
ruido, o el sonido de su ganado. Similarmente, si se estaba en el bosque y se
olía comida guisándose, se sabía que había un trol viviendo cerca. Los troles
también eran famosos por su habilidad para cambiar de forma, adoptando el
aspecto de troncos caídos o animales como gatos y perros. Una noción bastante
frecuente es que a los troles les gustaba aparecer como bolas de hilo rodantes.
Mientras los
grandes troles ogrunos aparecen a menudo como seres solitarios, se creía que los
troles «pequeños» era seres sociales que vivían juntos, como los humanos pero
en el bosque.
Criaban
animales, cocinaban y horneaban pan, eran excelentes en la artesanía y
celebraban grandes banquetes. Como muchas otras especies del folclore
escandinavo, se decía que vivían en complejos subterráneos, accesibles desde
entradas bajo grandes cantos rodados del bosque o las montañas. Estos cantos
podían estar erigidos sobre pilares de oro. En sus moradas, los troles
acumulaban oro y tesoros.
Había
discrepancias sobre si los troles eran básicamente malvados o no, pero a menudo
trataban a la gente como ellos eran tratados. Sin embargo, los troles podían
provocar mucho daño cuando eran vengativos o juguetones, y a pesar de otras
cosas siempre eran paganos. Los troles también eran grandes ladrones, y les
gustaba robar la comida que los granjeros almacenaban. Podían entrar invisibles
en los hogares durante los banquetes y comer de los platos de forma que no
hubiese bastante comida, o echar a perder la cerveza y el pan de forma que
faltase o no fuese suficiente.
A veces los
troles raptaban a gente para hacerlos sus esclavos o al menos sus prisioneros.
Estas pobres almas eran conocidas como bergtagna (llevados a la montaña o
tomados por la montaña), que también es la palabra escandinava para ‘llevarse
por arte de magia’. Estar bergtagen no sólo se refería a la desaparición de la
persona, sino también a que tras su retorno, quedaban afectados por la locura o
apatía provocada por los troles. Cualquiera podía ser raptado por los troles,
incluso el ganado, pero el mayor riesgo lo corrían las mujeres que habían dado
a luz pero no habían sido llevadas aún de vuelta a la iglesia. Ocasionalmente,
los troles robaban incluso un bebé recién nacido, dejando a su propio vástago,
un (bort) byting (niño cambiado), en su lugar.
Para guardarse
de los troles siempre podía confiarse en el Cristianismo: las campanas de
iglesia, un crucifijo o incluso palabras como «Jesús» o «Cristo» servían
contras ellos. Como otras criaturas del folclore escandinavo, también temían al
hierro. Además de eso, fueron perseguidos por Thor, uno de los últimos
vestigios de la antigua mitología escandinava, quien arrojaba sus martillos
como rayos para matarlos. Estos martillos podía luego encontrarse en la tierra
(en realidad hachas de la Edad de Piedra) y usadas como talismanes protectores.
CUENTOS DE HADAS Y LEYENDAS
Mientras el
folclore popular consistía fundamentalmente en anécdotas cortas que describían
cosas que (supuestamente) sucedieron a gente cercana, los cuentos de hadas son
relatos que rara vez reclamaban ser ciertos de la misma forma.
Muchos de los
cuentos de hadas donde aparecen troles fueron escritos a finales del siglo XIX
y principios del XX, reflejando el romanticismo de la épica, y publicados en
colecciones de cuentos de hadas como Tomtar och Troll. Estos relatos, así como
las ilustraciones de artistas como John Bauer y Theodor Kittelsen, llegarían a
formar las ideas que la mayoría de la gente tiene actualmente sobre los troles.
En las leyendas de las Edad Media y anteriores también aparece un tipo de
troles de dimensiones más horripilantes.
Esto podría
reflejar una visión pasada de los troles como criaturas claramente malvadas que
se suavizaría en el folclore posterior, o ser sólo otro ejemplo de relatos
fantásticos exigiendo dimensiones fantásticas. En los cuentos de hadas y
leyendas los troles son menos la gente que vive junto a los humanos y más
criaturas aterradoras. Particularmente en estos relatos aparecen con cualquier
tamaño, variando éste desde el de los enanos hasta el de los gigantes. A menudo
se les considera poco inteligentes (especialmente a los masculinos, pues las
femeninas o trollkonor pueden ser bastante astutas), muy fuertes, de grandes
narices, brazos largos, peludos y no muy hermosos (siendo de nuevo las féminas
una excepción, al ser con frecuencia bastante atractivas). En los cuentos de
hadas escandinavos los troles a veces se vuelven de piedra si les da la luz del
sol.