Los Anunnaki son un grupo de
deidades sumerias y acadias que están relacionadas con los Anunna y con los
Igigi, los dioses menores. Según un mito babilónico y sumerio, los Anunnaki
fueron los hijos de Anu, el cielo. Anu,
a su vez, era hijo de los hermanos Anshar y Kishar, dioses del cielo y la
tierra respectivamente. Por tanto, Anu
era nieto de los dioses fangosos Lahm y Lahmu, guardianes del templo en Eridu,
en el cual tuvo lugar la Creación según el mito. Lo que convierte a los Anunnaki en los
bisnietos de los guardianes del templo de la Creación. Enlil, señor del aire e
hijo de Anu, sustituyó a su padre al frente del consejo de los Anunnaki.
Y esta decisión provocó una
disputa entre él y su hermanastro Enki, el señor de la tierra, dios Tritón del
agua dulce, de la sabiduría, considerado por muchos como un alquimista. Los
Igigi, los dioses menores, rehusaron continuar trabajando para mantener la
armonía del Universo y Enki, en el Shabbat o Shappatu, creó a la humanidad para
que ésta asumiera la responsabilidad de realizar las tareas que los dioses
menores habían abandonado. Los Anunnaki,
el alto consejo de los dioses y de Anu, fueron distribuidos por el planeta
Tierra y el mundo subterráneo. Algunos
de ellos fueron el propio Enki, Asaru, Asarualim, Asarualimnunna, Asaruludu,
Namru, Namtillaku o Tutu.
LOS ANUNNAKI EN EL SIGLO XX
La reinvención del término los
Anunnakis surgió en 1964, tras la publicación del libro “Mesopotamia antigua:
Retrato de una civilización muerta”, del asiriólogo Adolph Leo Oppenheim, quién
popularizó este concepto que fue tomado por distintos blogs y personajes del
mundo esotérico y de pseudociencias de Internet. Por otra parte, el escritor y
conferenciante británico David Icke sostiene que los anunnaki son
extraterrestres que continúan controlándonos a través de los gobiernos y las
grandes fortunas.
Según esta creencia, los Anunnaki
fueron extraterrestres que llegaron al planeta Tierra hace 445.000 años con un
propósito claro: extraer oro. Al
parecer, necesitaban este mineral para restaurar la atmósfera de su planeta y
protegerse de los rayos ultravioleta.
Con el paso del tiempo, los Igigi, la clase de los trabajadores se
amotinaron y decidieron no seguir extrayendo oro, por lo que Enki decidió crear
una nueva especie para que ésta extrajera dicho mineral. Decidió extraer un óvulo de una hembra
neandertal, lo fecundó con esperma anunnaki y lo volvió a introducir en la
neandertal.
De esta unión nacieron unos seres
con poco raciocinio y muy primitivos. En
otras palabras: no eran útiles para el propósito por el que habían sido
creados. Decidieron entonces repetir el
proceso, pero, en vez de reintroducir el óvulo en la hembra neandertal, lo
introdujeron en una hembra anunnaki. Y
funcionó. De esa unión surgió la especie
humana y durante miles de años fueron esclavos de los anunnaki, los cuales
acabaron por enseñarles conocimientos para la supervivencia y el desarrollo.
ZECHARIA SITCHIN
El azerbaiyano Zecharia Sitchin
publicó una decena de libros conocidos cómo Crónicas de la Tierra a partir de
la década de 1970. En ellos,
supuestamente quedaban traducidas tablas sumerias de escritura cuneiforme y
textos bíblicos en su escritura original.
El primero de ellos, El 12º planeta, da una versión ampliada y algo
distinta del Génesis. El libro narra la llegada de los Anunnaki (Elohim o
Nefilin bíblicos) a la Tierra procedentes del imaginario Nibiru hace unos
450.000 años.
Eran seres altos de unos 3 metros
de altura de piel blanca, cabellos largos y barba, quienes se habrían asentado
en Mesopotamia y que, por ingeniería genética, aceleraron la evolución del
Neanderthal a Homo Sapiens aportando su propia genética, por la necesidad de
tener trabajadores esclavos.
Según la saga de Sitchin, la tecnología y poder de
los Anunnaki aún no ha sido superada, plantea que podían efectuar viajes
espaciales y manejar la ingeniería genética hace 450.000 años, y que habrían
dejado sus rastros en toda la Tierra con tecnología aún desconocida como por
ejemplo con pirámides (egipcias, mayas, aztecas y chinas), Stonehenge, el
"puerto espacial de Baalbeck", las líneas de Nazca y hasta Machu
Pichu. Las especulaciones de Sitchin han
sido descartadas por científicos, historiadores y arqueólogos, que están en
desacuerdo tanto en su traducción de textos antiguos como en su comprensión
cierta de la física.