Sus padres eran
Zeus y Hera. Una leyenda afirma que su madre fue simplemente Hera, del mismo
modo que Zeus había podido tener a Atenea por sí solo. Al parecer Hera huyó del
Olimpo ante la envidia del nacimiento de la diosa de la sabiduría, y se adentró
en un templo consagrado a Cloris, diosa de las flores y de los jardines. Allí
esta diosa aconsejó a Hera que cogiese una flor que se hallaba en los campos de
Oleno. La diosa de las diosas se quedó prendada de la belleza de esa flor y al
cogerla en su regazo, nació, según esta teoría, el dios de la guerra Ares. Fue
educado por uno de los titanes en las artes del ejercicio corporal y de la danza.
El nacimiento de
Ares supuso la alteración de las normas de guerra en el mundo, pues se empezó a
utilizar el hierro para crear espadas y escudos, y se determinaron normas
precisas para el ataque y la defensa. Su vida estuvo marcada por su lucha contra
los gigantes, pues, a pesar de su bravura, estuvo apresado durante quince meses
por los hijos de Aloos, Oto y Efialtes, que le tuvieron encerrado en una vasija
de bronce durante trece meses hasta que Hermes le liberó.
Ares poseía un
carácter sumamente brutal y poco cortés y amaba lo sangriento, el dolor ajeno.
Por eso, no se le practicaba mucho culto en Grecia, pues este pueblo prefería
más la cordura y la armonía que la violencia. También por esta misma razón, los
mitos griegos mostraban a menudo a un Ares que perdía importantes batallas con
todo aquel que le superase en tamaño. Uno de los personajes que le venció fue
Atenea, quien le derrotó en más de una vez como modo simbólico empleado por los
griegos para indicar que la razón siempre triunfa sobre la brutalidad.
La versión
romana de Ares, Marte, era menos sangrienta y combativa. Aunque también era la
deidad de la guerra, -ya existiendo en Roma antes de su asimilación con Grecia
con el nombre de Mars, Mauor o Marspiter- se consideró también un dios de la
vegetación. Además, se le consideró, junto con Hera, padre de Rómulo y Remo,
los fundadores de Roma según la mitología clásica.
Cuando llegó al
Olimpo, Afrodita quedó prendada de su belleza y coraje, y su ego se veía
crecido cuando el gran dios de la lucha y la valentía se postraba a sus pies.
Sin embargo, Hefesto, esposo de Afrodita, se quejó a Zeus y Ares tuvo que marcharse
del Olimpo.
Tras su
separación de Afrodita, Ares tuvo montones de amantes, aunque la mayoría de
ellas las tuvo por la fuerza, debido a que era sumamente despreciado por su
rudeza. Entre sus concubinas, con las que engendró a otros tantos hijos,
algunos de una enorme bestialidad, estuvieron Aglauro, Altea, la ninfa
Harmonía, Harpina, Demonice, Protogenia, Dotis, Filónome, Pirene, Estilba,
Egina...
Ares protagonizó
diversas hazañas por el mundo de los mortales como en la Guerra de Troya o
cuando asesinó a Alirrocio, hijo de Poseidón, porque sometía a duros ultrajes a
Alcipa, hija de Ares. Poseidón le hizo comparecer ante un tribunal ateniense
por este hecho, pero su elocuencia y sencillez le dio la inocencia y Ares
volvió al Olimpo. Desde entonces dicho tribunal fue llamado Aerópago.
Ares era
representado como un hombre joven y fuerte montado en un gran carro con fogosos
corceles y con una lanza y un escudo en sus manos, además de un gallo a sus
pies. Entre sus compañeras habituales estaban su hermana Enio y la diosa de la
discordia Eris.
A menudo también
le acompañaban Deimo y Fobo, dioses que representan el miedo y el terror. Se le
consagraron el perro y el buitre y se le hacían sacrificios de estos animales,
junto con gallos y toros. Junto con todos ellos, solía viajar a menudo, Niké,
la diosa de la victoria.
En Roma, los
doce sacerdotes de Marte, llamados salios palatinos llevaban a cabo en su honor
diferentes danzas con escudos. Estas fiestas se llevaban a cabo en marzo, mes
dedicado a Marte, junto con otras como las de Quinquatrus, el Tubilistrium y
los Equirria, que consistían en una serie de desfiles de caballos y carreras de
carros de guerra.