Práctica que
supuestamente consiste en expulsar los "demonios" o "espíritus malignos" de las
personas o lugares que están poseídos por ellos o corren el peligro de estarlo.
El exorcismo lo ejecuta por lo general una persona dotada de una autoridad
religiosa especial, como el sacerdote o el chamán. Esta práctica era común en
las sociedades antiguas y tenía su origen en la magia. En la antigua Babilonia
(Irak), los sacerdotes rompían una imagen de arcilla o de cera que simbolizaba
al diablo, con el fin de destruir al demonio real. Los griegos y los egipcios
realizaban ritos similares. Muchas religiones siguen hoy practicando el
exorcismo en todo el mundo.
En la Biblia encontramos diversas referencias
al demonio y el exorcismo. El Nuevo Testamento relata cómo Jesús expulsaba a
los espíritus malignos a través de la oración y de su autoridad. Los sacerdotes
de la Iglesia Católica necesitan un permiso especial para practicar el
exorcismo. La expulsión de espíritus malignos o problemáticos, fantasmas,
demonios u otras identidades no físicas.
Los ritos de
exorcismo existen en todo el mundo y su uso es común en aquellas sociedades
donde se cree que los espíritus interfieren frecuentemente en los asuntos
terrenales ocasionando enfermedad, mala suerte y desastres. Los exorcismos son
realizados por individuos apropiadamente entrenados, generalmente un dignatario
religioso o un adepto del ocultismo o la magia.
Algunos
psiquiatras y psicólogos occidentales realizan una especie de exorcismo en el
tratamiento de pacientes que manifiestan estar poseídos por seres extraños y
personalidades ajenas. La palabra "exorcismo" se deriva del griego
exousia, que significa "juramento°, y se refiere a "poner al espíritu
o demonio bajo juramento" o invocar una autoridad más alta para obligar a
la entidad a actuar de manera contraria a sus deseos.
Los ritos varían
desde simples invitaciones a retirarse hasta ceremonias elaboradas, algunas de
las cuales incluyen bailes y trance donde se le pide a los dioses que ayuden a
expulsar al ente ofensivo. Dichas ceremonias incluyen la oración, la producción
de malos olores, quemar incienso, pronunciar vituperios y el uso de sustancias
sagradas como hierbas, agua bendita o sal.
El cristianismo asocia el exorcismo con la
posesión demoníaca ‑que se cree es causada por Satán‑
y es considerado como una batalla por el alma de la víctima.
Sólo los católicos
romanos ofrecen un rito formal de exorcismo, el Rituale Romanum, que data de
1614. Antes de que el rito pueda llevarse a cabo, deben manifestarse ciertos
síntomas como la levitación, la manifestación de una fuerza sobrehumana, la
clarividencia, el perjuro de palabras o frases religiosas o "hablar en
lenguas". El rito se caracteriza por la violencia: la víctima sufre
dolores, contorsiones extraordinarias, desagradables ruidos corporales,
diarrea, escupitajos, vómitos y pronuncia malas palabras. La temperatura del
cuarto puede variar alternadamente de fría a caliente y los objetos pueden
volar en derredor.
Algunos
protestantes también realizan exorcismos. Los pentecostalcs y otros
carismáticos practican el "ministerio de la entrega", en el cual las
personas dotadas arrojan demonios y curan mediante la imposición de las manos.
En el judaísmo, la literatura rabínica del
siglo I se refiere a rituales de exorcismo. Quizás el rito más conocido
concierne al dybbuk, un espíritu maligno o alma errante que toma posesión del
alma de la víctima y le causa enfermedades mentales y un cambio de la
personalidad. El dybbuk es expulsado a través del dedo meñique del pie de la
víctima y puede ser redimido o bien enviado al infierno.
En el hinduismo, budismo, islamismo, shintoísmo
y muchas otras religiones, se culpa constantemente a los espíritus y fantasmas
por toda suerte de males y se les arroja fuera de lugares y personas. La
mayoría de tales aflicciones no son consideradas batallas campales por las
almas. Las técnicas usuales de exorcismo hindú, por ejemplo, incluyen soplar
humo de estiércol de vaca, apretar una piedra de sal entre los dedos, quemar
estiércol de cerdos, golpear a la víctima o jalarle del cabello, usar monedas
de cobre como ofrenda, recitar oraciones o mantras y ofrecer regalos de dulces
u otros presentes.
En algunas
tradiciones shamánicas se cree que los demonios o espíritus causan enfermedades
y desgracias robándose las almas. El shamán entra entonces en un trance
extático para buscar y recuperar el alma y expulsar al demonio. (Fuente:
grupoelron.org)