jueves, 21 de diciembre de 2017

DEMONIOS


En religión, ocultismo y folclore, un demonio es un ser sobrenatural descrito como algo que no es humano y que usualmente resulta malévolo. Sin embargo, la palabra griega original "daimon" es neutral y no contiene una connotación necesariamente negativa en sus inicios para los antiguos griegos. Esto sucedió por la aplicación de la koiné (en el helenístico y en el Nuevo Testamento en griego) del término daimonion y más tarde se atribuyó ese sentido maléfico a cualquier palabra afín que compartiera la raíz, cuando originalmente fue previsto para denotar simplemente a un "espíritu" o un "ser espiritual".

En las religiones del oriente cercano, así como en las derivadas de las tradiciones Abrahamicas, incluyendo la demonología medieval cristiana, un demonio es considerado un "espíritu impuro", el cual puede causar una posesión demoníaca y puede ser expulsado por el ritual del exorcismo. En el ocultismo de Occidente y la magia renacentista (una mezcla de magia greco-romana, demonología judía y tradición cristiana), un demonio es una entidad espiritual que puede ser conjurada y controlada. En la literatura muchos de los demonios fueron ángeles caídos.

Como con frecuencia se lo representa como una fuerza que puede ser conjurada y controlada, se pueden encontrar referencias a "buenos demonios" en Hesiodo y Shakespeare. En la actualidad, el buen demonio es generalmente un dispositivo literario (por ejemplo, el demonio de Maxwell). En el lenguaje común, para desacreditar a una persona se la «demoniza» (o «sataniza»).

Demonio también es un sinónimo de diablo y proviene del verbo griego diabál•ló, que significa, entre otras cosas: “calumniar, falsear, mentir”. Véase el contexto circunstancial que determina el significado calificativo al portador del nombre, de lo que se deduce que de entre todas las acepciones posibles de diablo: “calumniador, falseador, mentiroso” es la apropiada. A través del latín, el término griego dio origen al español «diablo».

ISRAEL

Fue a partir de los caldeos que el nombre "Shedu" llegó a los israelitas, por lo que los escritores de la Tanaj aplicaron la palabra como dialogismo a los dioses cananeos en los dos pasajes citados. Pero también hablaron de "El destructor" (Éxodo 12:23) como un demonio maligno, cuyo efecto sobre las casas de los israelitas había de ser rechazado por la sangre del sacrificio pascual rociada en el dintel de la puerta y la puerta posterior (un correspondiente talismán pagano se menciona en Isaías 57:6). En 2 Samuel 24:16 y 2 Crónicas 21:15 el demonio que esparce la pestilencia es llamado "El ángel exterminador" (comparar "el ángel del Señor" en 2 Reyes 19:35; Isaías 37:36), porque, a pesar de que son demonios, estos "mensajeros del mal" (Salmos 78:49 y A. V. "ángeles del mal") no siguen sólo las órdenes de Dios, son los agentes de su ira divina.

Hay indicios de que la mitología hebrea popular atribuye a los demonios de una cierta independencia, un carácter malvado propio, porque se cree que vienen no de la morada celestial de Dios, sino del mundo inferior. Los demonios hebreos eran los hacedores de daño. A ellos se atribuyen las diversas enfermedades, sobre todo, como afectan el cerebro y las partes internas. Por lo tanto, existía el temor de "Shabriri" (literalmente, "el resplandor deslumbrante"), el demonio de la ceguera, que descansa sobre el agua descubierta en la noche y afecta a las personas con ceguera que beben de la misma. También se mencionó el espíritu de la catalepsia y el espíritu del dolor de cabeza, el demonio de la epilepsia, y el espíritu de la pesadilla.

Estos demonios se supone que entran en el cuerpo y provocan la enfermedad, mientras abruman o se "apoderan" de la víctima (como si "incautáran" el cuerpo). Para curar dichas enfermedades era necesario sacar los demonios por ciertos encantamientos y rituales con talismanes, en los que sobresalían los esenios. Josefo, que menciona a los demonios como "espíritus de los malvados que entran en los hombres que están vivos y los matan", pero que pueden ser expulsados ​​por cierta raíz, fue testigo de un ritual en presencia del emperador Vespasiano, y atribuye su origen al rey Salomón.

BIBLIA HEBREA

Los que están en la Biblia Hebrea son de dos clases: se'irim y shedim. Los se'irim ("seres peludos"), a los que algunos israelitas ofrecían sacrificios en los campos abiertos, son criaturas parecidas a los sátiros, se describen como danzantes en el desierto16 y que son idénticos a los genios, como por ejemplo: Dantalion, el 71. º espíritu de Salomón. Posiblemente, pertenezcan a la misma clase: el demonio Azazel, los demonios parecidos a cabras del desierto, el jefe de los se'irim, y Lilith. Es posible que "las gacelas y las ciervas del campo " (por lo que Shulamit conjura a las hijas de Jerusalén para traerle de vuelta a su amante) sean espíritus parecidos a los faunos y similares a los se'irim, aunque de carácter inofensivo.

El espíritu del mal que molestaba a Saúl (1 Samuel 16:14 et seq.) puede haber sido un demonio, [cita requerida], aunque el Texto masorético nos dice que el espíritu fue enviado por Dios. Algunos shedim benevolentes se usaron en ceremonias cabalísticas (como el famoso "gólem de Praga"), y los shedim maléficos (mazikin, de la raíz que significa "daño") fueron a menudo acreditados con posesión. Del mismo modo, un "shed" podía habitar o deshabitar una estatua inanimada.

JUDAÍSMO

Según algunas fuentes rabínicas, se creía que los demonios estaban bajo el dominio de un rey o jefe, ya sea Asmodai o según el antiguo Haggadah "Samael, el ángel de la muerte" (que "mata con su veneno mortal" y es llamado "jefe de los demonios"). Ocasionalmente algún demonio es llamado "Satanás". La demonología rabínica tiene tres clases de demonios, aunque apenas son separables una de otra. Allí estaban los shedim, los mazziḳim ("dañadores"), y los ruḥin ("espíritus"). Además de estos habían: lilin ("espíritus de la noche"), ṭelane ("sombra" o "espíritus de la tarde"), ṭiharire ("espíritus del mediodía") y los ẓafrire ("espíritus de la mañana"), así como los "demonios que traen hambre" y "que causan la tormentas y terremotos"(Targ. Yer a Deuteronomios 32:24 y Números 6:24.

CRISTIANISMO

"Demonio" tiene varios significados, todos ellos relacionados con la idea de un espíritu que habita un lugar, o que acompaña a una persona. Si bien un daemon era benéfico o malévolo, la palabra griega significa algo diferente de las nociones medievales posteriores de 'demonio', y los estudiosos debaten el momento en que judíos y cristianos cambiaron el sentido griego para obtener luego su sentido medieval. Algunas denominaciones afirmativas de la fe cristiana también incluyen -exclusivamente o no- a los ángeles caídos como demonios de facto. Esta definición también abarca a los Nephilim, los "hijos de Dios" (descritos en el Génesis) que abandonaron sus puestos en el Cielo para aparearse con mujeres en la Tierra, antes del diluvio.

La actual Iglesia Católica Romana enseña que los ángeles y los demonios son seres reales y personales, de carácter absolutamente espiritual, no sólo representaciones simbólicas de fuerzas naturales o tendencias psíquicas humanas. De acuerdo a la demonología cristiana los demonios fueron castigados eternamente, pues nunca se reconciliarán con Dios. Otras teorías postulan una reconciliación universal, en la que Satanás, los ángeles caídos, y las almas de los muertos que están condenados al infierno, se reconciliarán finalmente con Dios; esta doctrina es asociada a menudo con las creencias de la Iglesia de la Unificación. En el pasado, Orígenes, Jerónimo y Gregorio de Nisa también mencionaron esta posibilidad.

En el cristianismo contemporáneo los demonios son, generalmente, considerados como los ángeles que cayeron de la gracia al rebelarse contra Dios. Sin embargo, otras escuelas de pensamiento en el cristianismo o en el judaísmo enseñan que los demonios o espíritus malignos son el resultado de las relaciones sexuales entre ángeles caídos y mujeres humanas. Cuando estos híbridos (Nephilim) murieron, dejaron sus espíritus desencarnados "vagar por la tierra en busca de descanso" (Lucas 11:24). Muchos textos históricos no canónicos describen en detalle esto último y sus consecuencias. Esta creencia se repite en otras grandes religiones y mitologías antiguas. Los cristianos que rechazan este punto de vista atribuyen la descripción narrada en Génesis 6 acerca de los "Hijos de Dios" como correspondiente a los hijos de Seth (uno de los hijos de Adán) que se habrían juntado con los "hijas de los hombres"(tal vez las descendientes de Caín).