El eudemonismo, cuyo principal
representante fue Aristóteles, es un concepto filosófico de origen griego, cuya
característica común es justificar todo aquello que nos sirve para alcanzar la
felicidad. Se ha considerado eudemonismo, al hedonismo, la doctrina estoica,
así como también al utilitarismo. Todas estas doctrinas basan sus normas
morales en la realización plena de la felicidad, entendida como estado de
plenitud y armonía del alma, diferente del placer y pudiéndose presentar ésta
de forma personal, como en Demócrito, Sócrates, Aristóteles, Arístipo y la escuela
cirenaica, el estoicismo o el neoplatonismo.
Entre los eudemonistas cabe
destacar a Aristóteles que fue uno de los primeros y el más importante, y
además, a los eudemonistas que afirmaban que para llegar a la felicidad hay que
actuar de manera natural. Es decir, con una parte animal (bienes físicos y
materiales), una parte racional (mente) y una parte social, que se concretaría
en practicar la virtud, que según Aristóteles se situaba en el punto medio
entre dos pasiones opuestas.
Los seguidores de esta teoría
ética afirmaban que no se puede ser siempre plenamente feliz. Los eudemonistas
pensaban que el placer era un complemento de la felicidad. La propuesta
principal del eudemonismo es "el bien es aquello que nos hace felices y la
felicidad es el aumento de nuestras fuerzas para obrar". Pero esta teoría
no está muy bien fundamentada, ya que, a lo que uno hace feliz no hace feliz a
las demás personas, así que eso dejaría de ser un buen acto, que es en
principio de lo que se trata de buscar con un camino hacia la felicidad.
Las teorías éticas que se centran
en la búsqueda de la felicidad reciben el nombre de eudemonistas. El fin de la
vida humana es alcanzar la felicidad. Luego, cada teoría concreta define la
felicidad de forma distinta. Para algunas personas, la felicidad es el placer;
para otras, la vida contemplativa, la serenidad, etc. Otras teorías éticas
consideran que la felicidad es, aunque importante, secundaria para la ética. La
ética cristiana resalta las acciones que se ajustan a los mandamientos de Dios.
Con el cristianismo, la vida es un tránsito, no un fin en sí mismo. Por eso, lo
importante es obrar por deber, siguiendo la ley moral, aunque de momento no
alcancemos la felicidad futura, en otro mundo. Kant toma como concepto fundamental
el deber, no la felicidad. Lo principal es actuar por deber.