La historia de Atenas representa
comportamiento ético-cívico que ha llegado hasta nuestros días mediante las
escrituras de esta época, también representa el origen de la historia de las
ciudades europeas y de la democracia. Su población ha habitado continuamente
esa región durante más de 3000 años. Fue la ciudad principal de la antigua
Grecia durante el primer milenio a. C. La culminación de su larga y fascinante
historia llegó en el siglo V a. C., bajo el arcontado de Pericles, cuando sus
valores y su civilización se extendieron más allá de los límites geográficos de
la ciudad y se hicieron universales.
El pensamiento político, el
teatro, las artes, la filosofía, la ciencia, la arquitectura y tantos otros
aspectos del pensamiento llegaron a su épico apogeo en una coincidencia
temporal; con una plenitud intelectual únicas en la historia de la humanidad. Se
caracteriza por ser uno de los centros tanto intelectuales como religiosos
(junto con Olimpia), ya que aquí se encuentran ubicados el Templo de Hefesto
(también llamado Hefestion), el Partenón (templo dedicado a Atenea) y el Templo
de Zeus Olímpico o El Olimpeión que fue el mayor templo de Grecia (actualmente
está en ruinas).
El nombre de Atenas en la antigua
Grecia era Athḗnai. Es una forma plural: la ciudad se llamaba “Las Atenas”, ya
que posiblemente era originariamente un grupo de villorrios que se unieron
formando la ciudad. El nombre no tiene etimología griega definida. Los griegos
creían que la ciudad había sido bautizada por su protectora, la diosa Atenea,
pero es igualmente probable que la diosa tomase el nombre de la ciudad.
Atenas comienza su historia en el
Neolítico como un baluarte sobre la Acrópolis ("ciudad alta"), en
algún momento durante el tercer milenio
a. C. La Acrópolis es una posición defensiva natural que se eleva sobre
la planicie circundante. El asentamiento distaba unos 20 km del mar, del golfo
Sarónico, en el centro de la Planicie Cefisia, una zona fértil rodeada por
ríos. Limitaba al este con el monte Himeto, y al norte con el monte Pentélico.
En la antigüedad el río Cefiso
fluía a través de la ciudad. La antigua Atenas ocupaba un área pequeña
comparada con la extensa metrópoli de la actual ciudad. La Antigua ciudad
amurallada, comprendía un área de unos 2 km de longitud de este a oeste y algo
menos de norte a sur, aunque en su momento más brillante, tenía suburbios que
se extendían fuera de las murallas. La Acrópolis estaba situada al sur en el
centro de esa área amurallada. El Ágora, el centro comercial y social de la
ciudad, estaba a unos 400 metros de la Acrópolis, en lo que es hoy el barrio
Monastiraki. La colina Pnyx, donde se reunía la Asamblea ateniense, estaba en
la parte oeste de la ciudad.
Ruinas del Templo de Zeus. |
Uno de los lugares religiosos más
importantes de Atenas era el Templo de Atenea, conocido hoy en día como el
Partenón, situado en la parte superior de la Acrópolis, donde aún existen sus
evocadoras ruinas. Otros dos lugares religiosos importantes, el Templo de
Hefesto (que aún permanece casi intacto) y el Templo de Zeus Olímpico u
Olimpeion (fue el mayor templo de Grecia, pero ahora está en ruinas) también
estaban dentro de las murallas.
En su época de mayor esplendor,
en los siglos V y IV a. C., Atenas y sus suburbios tenían una población de unos
300 000 habitantes. De esos, un gran número eran esclavos o residentes
extranjeros conocidos como metecos, que no disfrutaban de derechos políticos
pero si se beneficiaban de garantías en el plano judicial y pagaban un impuesto
especial, el metoíkion. Quizá solamente el 1 o el 2 % de la población eran
ciudadanos masculinos adultos, elegibles para reunirse y votar en la Asamblea y
ser elegidos. La población de Atenas comenzó a disminuir tras la guerra del
Peloponeso.
El siglo V a. C. marca el cénit
de Atenas como centro de la literatura, la filosofía y las artes. Algunas de
las figuras más importantes de la historia cultural e intelectual occidental
vivió en Atenas durante ese período: dramaturgos: Esquilo, Aristófanes,
Eurípides y Sófocles; filósofos: Sócrates, Platón y Aristóteles, historiadores:
Heródoto, Tucídides y Jenofonte, el poeta Simónides de Ceos y el escultor
Fidias. El gobernador de ese período era Pericles, que usó los impuestos
pagados por la Confederación de Delos para construir el Partenón y otros
grandes monumentos de la Atenas clásica. La ciudad se convirtió, en palabras de
Pericles, en “la escuela de Hellas (Grecia)”.
Representación de Pericles. |
Los ciudadanos eran solo los
varones libres nacidos de padre y madre ateniense mayores de veintiún años.
También cobraba importancia la fortuna, ya que el ciudadano debía estar
disponible para brindar servicios al estado. En total eran cerca de 45 000 en
una población de 300 000 almas en torno al 430 a. C.1 El resto de la población
no eran considerados ciudadanos.
Los metecos o extranjeros, eran
hombres libres que vivían en Atenas pero provenían de Polis vecinas. Podían
dedicarse al comercio, la artesanía o al ejército. Estos debían pagar más
impuestos. En el último grupo social estaban los esclavos. Eran el grupo más
numeroso de la población. No obstante, carecían de cualquier derecho.
Realizaban las tareas más pesadas como las tareas agrícolas, las domésticas,
las artesanales y las mineras.
A mediados del siglo IV a. C., el
reino griego de Macedonia en el norte, se hizo el protagonista de los asuntos
atenienses, a pesar de las advertencias de Demóstenes, el último gran estadista
de la Atenas independiente. En 338 a. C. los ejércitos de Filipo II de
Macedonia derrotaron a las otras ciudades griegas en la batalla de Queronea y
destruyeron la independencia ateniense. Posteriormente, las conquistas de su
hijo, Alejandro Magno, ampliaron el horizonte griego e hicieron obsoletas las
polis griegas. Atenas continuó siendo una ciudad rica con una vida cultural
brillante, pero sin independencia. En el siglo II a. C., después de 200 años de
supremacía macedónica, Grecia se diluyó en el seno de la República romana.
Restos del Partenón. |
Atenas disfrutó bajo Roma el
estatus de ciudad libre, debido a la admiración que dispensaban los romanos a
sus escuelas. Varios emperadores romanos construyeron entre otras muchas cosas,
una biblioteca, un gimnasio, un pequeño templo en la Acrópolis, el Templo de
Zeus Olímpico y un acueducto que aún sigue en uso.