miércoles, 20 de diciembre de 2017

ANTIGUA ATENAS


La historia de Atenas representa comportamiento ético-cívico que ha llegado hasta nuestros días mediante las escrituras de esta época, también representa el origen de la historia de las ciudades europeas y de la democracia. Su población ha habitado continuamente esa región durante más de 3000 años. Fue la ciudad principal de la antigua Grecia durante el primer milenio a. C. La culminación de su larga y fascinante historia llegó en el siglo V a. C., bajo el arcontado de Pericles, cuando sus valores y su civilización se extendieron más allá de los límites geográficos de la ciudad y se hicieron universales.

El pensamiento político, el teatro, las artes, la filosofía, la ciencia, la arquitectura y tantos otros aspectos del pensamiento llegaron a su épico apogeo en una coincidencia temporal; con una plenitud intelectual únicas en la historia de la humanidad. Se caracteriza por ser uno de los centros tanto intelectuales como religiosos (junto con Olimpia), ya que aquí se encuentran ubicados el Templo de Hefesto (también llamado Hefestion), el Partenón (templo dedicado a Atenea) y el Templo de Zeus Olímpico o El Olimpeión que fue el mayor templo de Grecia (actualmente está en ruinas).

El nombre de Atenas en la antigua Grecia era Athḗnai. Es una forma plural: la ciudad se llamaba “Las Atenas”, ya que posiblemente era originariamente un grupo de villorrios que se unieron formando la ciudad. El nombre no tiene etimología griega definida. Los griegos creían que la ciudad había sido bautizada por su protectora, la diosa Atenea, pero es igualmente probable que la diosa tomase el nombre de la ciudad.


Atenas comienza su historia en el Neolítico como un baluarte sobre la Acrópolis ("ciudad alta"), en algún momento durante el tercer milenio  a. C. La Acrópolis es una posición defensiva natural que se eleva sobre la planicie circundante. El asentamiento distaba unos 20 km del mar, del golfo Sarónico, en el centro de la Planicie Cefisia, una zona fértil rodeada por ríos. Limitaba al este con el monte Himeto, y al norte con el monte Pentélico.

En la antigüedad el río Cefiso fluía a través de la ciudad. La antigua Atenas ocupaba un área pequeña comparada con la extensa metrópoli de la actual ciudad. La Antigua ciudad amurallada, comprendía un área de unos 2 km de longitud de este a oeste y algo menos de norte a sur, aunque en su momento más brillante, tenía suburbios que se extendían fuera de las murallas. La Acrópolis estaba situada al sur en el centro de esa área amurallada. El Ágora, el centro comercial y social de la ciudad, estaba a unos 400 metros de la Acrópolis, en lo que es hoy el barrio Monastiraki. La colina Pnyx, donde se reunía la Asamblea ateniense, estaba en la parte oeste de la ciudad.

Ruinas del Templo de Zeus.
Uno de los lugares religiosos más importantes de Atenas era el Templo de Atenea, conocido hoy en día como el Partenón, situado en la parte superior de la Acrópolis, donde aún existen sus evocadoras ruinas. Otros dos lugares religiosos importantes, el Templo de Hefesto (que aún permanece casi intacto) y el Templo de Zeus Olímpico u Olimpeion (fue el mayor templo de Grecia, pero ahora está en ruinas) también estaban dentro de las murallas.

En su época de mayor esplendor, en los siglos V y IV a. C., Atenas y sus suburbios tenían una población de unos 300 000 habitantes. De esos, un gran número eran esclavos o residentes extranjeros conocidos como metecos, que no disfrutaban de derechos políticos pero si se beneficiaban de garantías en el plano judicial y pagaban un impuesto especial, el metoíkion. Quizá solamente el 1 o el 2 % de la población eran ciudadanos masculinos adultos, elegibles para reunirse y votar en la Asamblea y ser elegidos. La población de Atenas comenzó a disminuir tras la guerra del Peloponeso.

El siglo V a. C. marca el cénit de Atenas como centro de la literatura, la filosofía y las artes. Algunas de las figuras más importantes de la historia cultural e intelectual occidental vivió en Atenas durante ese período: dramaturgos: Esquilo, Aristófanes, Eurípides y Sófocles; filósofos: Sócrates, Platón y Aristóteles, historiadores: Heródoto, Tucídides y Jenofonte, el poeta Simónides de Ceos y el escultor Fidias. El gobernador de ese período era Pericles, que usó los impuestos pagados por la Confederación de Delos para construir el Partenón y otros grandes monumentos de la Atenas clásica. La ciudad se convirtió, en palabras de Pericles, en “la escuela de Hellas (Grecia)”.

Representación de Pericles.
Los ciudadanos eran solo los varones libres nacidos de padre y madre ateniense mayores de veintiún años. También cobraba importancia la fortuna, ya que el ciudadano debía estar disponible para brindar servicios al estado. En total eran cerca de 45 000 en una población de 300 000 almas en torno al 430 a. C.1 El resto de la población no eran considerados ciudadanos.

Los metecos o extranjeros, eran hombres libres que vivían en Atenas pero provenían de Polis vecinas. Podían dedicarse al comercio, la artesanía o al ejército. Estos debían pagar más impuestos. En el último grupo social estaban los esclavos. Eran el grupo más numeroso de la población. No obstante, carecían de cualquier derecho. Realizaban las tareas más pesadas como las tareas agrícolas, las domésticas, las artesanales y las mineras.

A mediados del siglo IV a. C., el reino griego de Macedonia en el norte, se hizo el protagonista de los asuntos atenienses, a pesar de las advertencias de Demóstenes, el último gran estadista de la Atenas independiente. En 338 a. C. los ejércitos de Filipo II de Macedonia derrotaron a las otras ciudades griegas en la batalla de Queronea y destruyeron la independencia ateniense. Posteriormente, las conquistas de su hijo, Alejandro Magno, ampliaron el horizonte griego e hicieron obsoletas las polis griegas. Atenas continuó siendo una ciudad rica con una vida cultural brillante, pero sin independencia. En el siglo II a. C., después de 200 años de supremacía macedónica, Grecia se diluyó en el seno de la República romana.

Restos del Partenón.
Atenas disfrutó bajo Roma el estatus de ciudad libre, debido a la admiración que dispensaban los romanos a sus escuelas. Varios emperadores romanos construyeron entre otras muchas cosas, una biblioteca, un gimnasio, un pequeño templo en la Acrópolis, el Templo de Zeus Olímpico y un acueducto que aún sigue en uso.

Atenas siguió siendo un centro del conocimiento y filosófico durante los 500 años de dominio romano, apadrinado por emperadores como Nerón y Adriano. Pero la conversión al cristianismo del Imperio romano, eliminó el rol de la ciudad como centro de enseñanza pagano; el emperador Justiniano mandó cerrar las escuelas de filosofía en 529 d. C. Esta fecha es la que se usa generalmente como la de finalización de la historia antigua de Atenas.