jueves, 4 de enero de 2018

TUTANKAMON


Neb-jeperu-Ra Tut-anj-Amón, popularmente conocido como Tutankamón, fue un faraón perteneciente a la dinastía XVIII de Egipto, que reinó de 1336/5 a 1327/5 a. C. Su nombre original, Tut-anj-Atón, significa «imagen viva de Atón», mientras que Tut-anj-Amón significa «imagen viva de Amón». Es posible que Tutankamón sea el rey Nibhurrereya de las cartas de Amarna, y probablemente el monarca denominado Ratotis, Ratos o Atoris, que reinó nueve años, según los posteriores epítomes de la obra de Manetón. Tutankamón no fue un faraón notable ni conocido en épocas antiguas.

El tamaño relativamente pequeño de su tumba (KV62) fue la razón de que no fuera descubierta hasta el siglo XX. Howard Carter la encontró intacta en 1922. Los datos de su reinado son breves. Su descubrimiento y los tesoros encontrados en ella tuvieron cobertura mundial en la prensa y renovaron el interés del público por el Antiguo Egipto, convirtiéndose la máscara funeraria del faraón en la imagen más popular.

Si bien formalmente se define que la Dinastía XVIII finaliza con el reinado de Horemheb, se puede afirmar con un alto grado de certeza que el joven Tutankamón fue el último faraón de sangre real de la dinastía. Ascendió al trono después del periodo de Amarna y devolvió a los sacerdotes de Amón la influencia y el poder que habían poseído antes de la revolución religiosa y política de Akenatón. Durante su corto reinado estuvo en manos de Ay y Horemheb, que se repartieron el poder: Ay administró Egipto y Horemheb manejó el ejército.

Su reinado se caracterizó por un retorno a la normalidad en el plano socio-religioso después del interludio protagonizado por el monoteísmo de Akenatón. Dicho retorno fue paulatino, restaurando el culto en los templos abandonados de dioses como Amón, Osiris o Ptah, colocando en funciones a la casta sacerdotal y permitiendo la celebración de los ritos pertinentes.

La tumba del faraón en el Valle de los Reyes.
En el plano artístico, los cánones inaugurados bajo la égida de Amarna seguirían fluyendo hasta fundirse con los patrones tradicionales del arte egipcio. En las imágenes oficiales, la imagen del joven rey sería enfatizada constantemente junto a su Gran Esposa Real conjugando la herencia visual de Amarna con el mensaje político oficial de continuidad de la dinastía, claramente visible por la profusión de imágenes de Anjesenamón.

En su tumba se encontraron sus restos y sus posesiones que han ayudado a comprender la sofisticación de la vida del Antiguo Egipto. Sin embargo poca información ha aportado sobre su biografía pues no había inscripciones importantes ni documentos sobre él.

Los alimentos que contenía la tumba eran panes, pasteles de trigo y cebada, espalda de buey y costillas de cordero condimentadas con especias y miel, treinta grandes jarras de vino, así como dátiles, higos, uvas y almendras. Entre las armas había 46 arcos, desde uno infantil de 30 cm hasta otro de 1,8 m de largo, mazas, bumeranes y cuchillos. También se encontraron seis carruajes, cuatro de ellos de ceremonia de madera revestida con oro e incrustaciones de cristal y los otros dos más ligeros debían ser para cazar. Debió coleccionar bastones, pues aparecieron 130, todos diferentes de ébano, marfil, plata y oro, entre ellos uno sencillo de una simple caña con bandas de oro con la inscripción una caña que su majestad cortó con sus propias manos. Entre la ropa se hallaron más de cien taparrabos triangulares de lino que se ataban a la cintura y 27 pares de guantes.

Tutankamón y su esposa Anjesenamón debieron tener dos hijas que nacieron muertas, pues en la tumba del rey se encontraron dos pequeños féretros que contenían dos fetos femeninos, uno de cinco meses de gestación y el otro debió morir al nacer. Trece capas de lino envolvían la momia del rey; hasta 143 joyas y amuletos se encontraron entre los pliegues de las telas cuyo fin era proteger la transformación del faraón de la muerte a la inmortalidad, entre ellos, la máscara que cubría su cabeza, un pectoral de oro con el dios Horus que le protegía colgado al cuello y, en la cadera derecha, un cuchillo de oro con la hoja de hierro. El estudio de su momia reveló que el rey medía 1,63 metros de altura.


El hecho de que varios exploradores que participaron en el descubrimiento de la tumba de Tutankamón murieron poco después, algunos en circunstancias extrañas, ha dado pie a muchas historias fantásticas y leyendas. La ciencia tiene varias hipótesis, normalmente aceptadas; una es que en el aire viciado de la tumba de Tutankamón habría esporas de hongos microscópicos, conservadas durante varios milenios, que aún fueron capaces de infectar a varios de estos exploradores al inhalar el aire viciado. En la imagen se observa al descubridor de la tumba, Howard Carter, quien murió por causas naturales muchos años después.