El Chachani es
un volcán apagado, situado a 55 km de la ciudad de Arequipa en el sur del Perú. Según
la historia el tesoro se encontraba dentro de una gran cueva y en ella había un
río subterráneo, el misterio de esta historia lo resolvió un hombre que
ambicionaba con estos tesoros. Este hombre empezó a caminar desde el puente
Grau, en el centro de la ciudad, en dirección al Misti, siempre por el lado izquierdo y los ojos bien
abiertos tratando de descubrir algún indicio de la desembocadura del otro
río. Terminando el día llego hasta las
partes altas del valle del Misti chiquito y el esfuerzo fue en vano. De regreso
a su casa pudo esclarecer nuevas ideas:
Los agricultores
de Socabaya extraen agua de algunos pozos distantes que vienen de los deshielos
del Pichu Pichu, éste agua según los agricultores vienen de los ríos
subterráneos. Al día siguiente muy temprano fue a las partes altas de Uchumayo
hasta llegar a las viejas canteras de sillar y así sospecho que las
filtraciones de aguas venían de Chachani, entonces aquellas filtraciones de
agua le llevarían hasta el río subterráneo. Camino siguiendo las húmedas
tierras. Mientras avanzaba, las filtraciones desaparecían y aparecían en
lugares diferentes. Camino cientos de metros hasta que la humedad desapareció
en forma definitiva, miro a lo lejos y vio muy distante el Chachani, a cierta
distancia se encontraba algunos arbustos de pie, que le indicaban que bajo sus
raíces estaba aquel río subterráneo.
Entonces cogió
tres piedras formando un triángulo, esta era la señal para saber dónde se había
quedado, seguidamente apuro sus pasos para llegar rápidamente al pueblo. Para
ver la dirección exacta del río subterráneo se dirigió donde el mejor chaman
del pueblo y este le vendió un palito de Hoque en forma de “y” más los
conocimientos como debería utilizar esta herramienta y así resolvió el enigma y
con el misterioso palito fue al lugar donde dejó el triángulo de piedras.
Decidió a lo que
vendría, cogió el palito y esta herramienta de rato en rato le indicaba donde
había agua. Luego de avanzar varios kilómetros casi llegando a las faldas del
Chachani el palito dejo de funcionar , ya no daba indicios del río
subterráneos, observo que la última piedra estaba junto a un cactus, nuevamente
construyó un triángulo de piedras y así muy contento y cansado se regresó al
pueblo.
Al siguiente día
cogió algunas herramientas camino obsesionado por encontrar el gran cacto, al
encontrar empezó a cavar un hueco, el río subterráneo estaba a cinco metros de
profundidad. Ya llevaba varias horas cavando y la profundidad del hoyo crecía
junto a la humedad de la tierra, hasta que descubrió la dureza del suelo y al
pegar la oreja escucho el sonido del río subterráneo y con el pico logro hacer
un pequeño orificio y así descubrió el río.
Con el deseo de
llegar al río, agrandó aquel orificio y bajo con un pequeño costalillo y siguió
caminando hasta encontrar una cueva y la altura del pozo, pasaba diez veces su
cuerpo y miro que la salida se estaba tapando y todo se oscureció. El hombre se
llenó de miedo y al mismo tiempo sacó un mechero de su bolsillo y lo encendió y
con esa luz recobró la calma. Avanzó en dirección contraria a las aguas con el
mechero en manos, avanzó como tres kilómetros y las aguas dejaban de moverse, a
medida que el avanzaba encontró retazos de tela, luego algunos huesos humanos y
en una de ellas encontró una cadena con una cruz de oro.
Al tiempo que
avanzaba la tienda se agrandaba y en allí encontró piedras talladas en formas
de asiento y al levantar la mirada en la pared estaba dibujado el rostro de
Cristo. Al salir de este cuarto, encontró un gran patio y una pequeña catarata.
Su último mechero ya se acababa y con poca luz, corrió desesperado y en una de
las paredes encontró un mechero de oro finamente .trabajado por manos
artesanales, sin pérdida de tiempo la encendió y la cueva se ilumino sin dejar
espacio oscuro.
Siguió caminando
y encontró en una de sus habitaciones paja y en el suelo varios esqueletos que
vestían la túnica de sacerdotes jesuitas formando un circulo y en el centro
varias cajas de madera, se acercó a estos esqueletos tenían crucifijos y en los
dedos anillos de oro con piedras preciosas. Tomo estos tesoros y los puso en su
cuello y los aros en sus dedos, también encontró una biblia en latín y a su
lado un libro donde decía “testamento de los jesuitas” y algunos pergaminos,
cuadros de la ultima cena y la resurrección de Cristo. La tierra empezó a
temblar y algunas partes de la cueva se desprendieron, no perdió el tiempo y
corrió al centro de aquellos esqueletos y al abrir una de las cajas encontró la
mayor diversidad de joyas, y en ello había cáliz de oro, coronas, pulseras,
etc.
Antes de
abandonar el lugar lo dejo bien marcado para poder regresar, tenía todo el
camino bien marcado ya casi llegaba al pueblo, se sentó a descansar y a
contemplar sus preciosas joyas y muy contento por esto de pronto sus joyas
empezaron a desvanecerse por sí solos y desaparecieron poco a poco y el hombre
no se explicaba por esto, perdió todo el tesoro que pudo extraer del Chachani,
y no volvió a pensar más en ellos por que comprendió que estos son de los
jesuitas.