martes, 19 de diciembre de 2017

TIBERIO JULIO CESAR


Tiberio Julio César Augusto, fue emperador del Imperio romano desde el 18 de septiembre del año 14 hasta su muerte, el 16 de marzo del año 37. Fue el segundo emperador de Roma y perteneció a la dinastía Julio-Claudia. Era hijo de Tiberio Claudio Nerón y Livia Drusila, miembro por tanto de la gens Claudia. Su familia emparentó con la familia imperial cuando su madre se divorció de su padre y contrajo matrimonio con Octavio Augusto (39 a. C.). Tras este matrimonio, Tiberio se casó con la hija de Augusto, Julia la Mayor. Fue adoptado formalmente por Augusto el 26 de junio del año 4, entrando a formar parte de la gens Julia.

Tras la adopción, se le concedieron poderes tribunicios por diez años. Como tribuno, reorganizó de nuevo el ejército, reformando la ley militar y creando nuevas legiones. El tiempo en filas ascendió a veinte años (16 años para un pretoriano o guardia imperial). Tras cumplir el tiempo de servicio, los soldados recibían una paga cuyo importe provenía de un impuesto del 5% sobre las herencias.

Posteriormente Tiberio se enemistó con el emperador Augusto, y se vio obligado a exiliarse en Rodas. Sin embargo, tras la muerte de los nietos mayores de Augusto y previsibles herederos del Imperio, Cayo César y Lucio Julio César, unidos al destierro por traición de su nieto menor, Póstumo César, fue llamado por el emperador y nombrado sucesor.

En el año 13 los poderes de Augusto y de Tiberio fueron prorrogados por diez años. Sin embargo Augusto murió poco después (19 de agosto de 14), dejando a Tiberio como único heredero. Tiberio sucedió al emperador Augusto el 19 de agosto del año 767 desde la fundación de Roma, correspondiente al año 14 del calendario cristiano actual. Tras su entronización, todos los poderes fueron transferidos a Tiberio sin ningún plazo.

Tiberio fue en su juventud uno de los más grandes generales de Roma. En sus campañas en Panonia, Ilírico, Recia y Germania, sentó las bases de lo que posteriormente se convertiría en la frontera norte del Imperio. Sin embargo, se le llegó a recordar luego como un oscuro, recluido y sombrío gobernante, que realmente nunca quiso ser emperador; Plinio el Viejo lo llamó «tristissimus hominum» («el más triste de los hombres»).

Tras la muerte en el año 23 de su querido hijo y sucesor, Julio César Druso, la calidad de su gobierno declinó y su reinado terminó en terror. En 26 Tiberio se autoexilió de Roma y dejó la administración en manos de sus dos prefectos pretorianos Lucio Elio Sejano y Quinto Nevio Cordo Sutorio Macro. Tiberio adoptó a su nieto Calígula para que le sucediera en el trono imperial.

Según las descripciones de la época, Tiberio era de gran estatura, complexión atlética, tez blanca y calvicie prematura. Tan solo le quedó el cabello en la nuca, que dejó crecer, siguiendo la moda de los patricios de la época. Era zurdo, tenía los ojos de distintos colores, verde y azul, como los gatos, y aunque era miope, de noche tenía una visión de una agudeza excepcional. Su salud era excelente, y solo consta que enfermara en dos ocasiones.

Hombre tímido y reservado, la vergüenza por su calvicie le produjo un profundo efecto depresivo, hasta el punto que llegó a condenar a Lucio Cesiano por haberse burlado en público de su calva. También padeció unas terribles úlceras faciales que le afeaban el rostro y lo obligaban a tener la cara cubierta de emplastos; esta dermopatía hizo que Tiberio evitara aparecer en público.

Resentido con el mundo, tenía un carácter cínico, amargado y un humor cruel en extremo. Suetonio narra una anécdota según la cual, asustado Tiberio por un pescador de Capri que había escalado un acantilado para ofrecerle su mejor captura, le hizo frotar la cara con su pescado. En medio del suplicio, el pescador (que debía de tener un humor similar al de Tiberio) se felicitó de no haberle regalado una enorme langosta que había cogido. Tiberio mandó traerla e hizo que le restregasen también con ella la cara.

Tiberio, a su muerte en 37, podría haber sido recordado como un ejemplo de cómo reinar. A pesar de la general hostilidad con la que lo recuerdan los historiadores contemporáneos y posteriores, Tiberio dejó en el Tesoro tres billones de sestercios. En lugar de embarcarse en costosas campañas en el extranjero, Tiberio decidió fortalecer el Imperio mediante la construcción de defensas, el uso de la diplomacia y manteniendo una política de pasividad en las disputas de monarcas extranjeros.

El resultado de la política de Tiberio fue un Imperio más fuerte y consolidado. De los autores cuyos textos sobre el emperador han sobrevivido, solo cuatro describen con todo detalle el reinado: Tácito, Suetonio, Dión Casio y Veleyo Patérculo, además de pequeños fragmentos escritos por Plinio el Viejo, Estrabón y Marco Anneo Séneca. El propio Tiberio escribió una autobiografía que Tácito describe como “breve y sucinta”; sin embargo, este trabajo se ha perdido.

El palacio de Tiberio en Roma se localizó en el Monte Palatino y sus ruinas pueden visitarse hoy en día. Durante el reinado de Tiberio no se llevaron a cabo grandes obras exceptuando la construcción de un templo dedicado a Augusto y la restauración del Teatro de Pompeyo, que no se concluyó hasta el reinado del emperador Calígula. Se han recuperado y preservado los restos de la villa de Tiberio en Sperlonga, donde se ha encontrado una gruta de cuyo interior se han recuperado diversas estatuas. El complejo de Tiberio en Capri se estima que abarcó un total de doce villas,35 de las cuales la famosa Villa Jovis es la más grande.

Tiberio se negó a ser adorado como un dios, tal como se había hecho con Julio César y César Augusto, y solo permitió la construcción de un templo en su honor en Esmirna. Herodes Antipas puso el nombre de la ciudad de Tiberíades, situada en la costa occidental del Mar de Galilea en honor a Tiberio.

Los evangelios mencionan que durante el reinado de Tiberio, Jesús de Nazaret fue ejecutado por órdenes del gobernador de Judea, Poncio Pilatos. En la Biblia, el nombre de Tiberio se menciona únicamente en una ocasión (Evangelio según san Lucas), en una parte en la que mencionan el ascenso de Juan el Bautista al servicio público. Aunque se cita en numerosas ocasiones el nombre de César, no se hace referencia explícita a Tiberio.