Cayo Julio César (Roma, Italia,
12/13 de julio de 100 a. C. -ibídem, 15 de marzo de 44 a. C.) fue un líder
militar y político de la era republicana tardía. Nacido en el seno de la gens
Julia, en una familia patricia de escasa fortuna, estuvo emparentado con
algunos de los hombres más influyentes de su época, como su tío Cayo Mario,
quien influiría de manera determinante en su carrera política. En 84 a. C., a
los 16 años, el popular Cinna lo nombró flamen dialis, cargo religioso del que
fue relevado por Sila, con el cual tuvo conflictos a causa de su matrimonio con
la hija de Cinna.
Tras escapar de morir a manos de
los sicarios del dictador, fue perdonado gracias a la intercesión de los
parientes de su madre. Trasladado a Asia, combatió en Mitilene como legatus de
Marco Minucio Termo. Volvió a Roma a la muerte de Sila en 78 a. C., ejerciendo
por un tiempo la abogacía. En 73 a. C. sucedió a su tío Cayo Aurelio Cota como
pontífice, y pronto entró en relación con los cónsules Pompeyo y Craso, cuya
amicitia le permitiría lanzar su propia carrera política. En 70 a. C. César
sirvió como cuestor en la provincia de Hispania y como edil curul en Roma.
Durante el desempeño de esa magistratura ofreció unos espectáculos que fueron
recordados durante mucho tiempo por el pueblo.
En 63 a. C. fue elegido praetor
urbanus al obtener más votos que el resto de candidatos a la pretura. Ese mismo
año murió Quinto Cecilio Metelo Pío, Pontifex Maximus designado durante la
dictadura de Sila, y, en las elecciones celebradas con objeto de sustituirle,
venció César. Al término de su pretura sirvió como propretor en Hispania, donde
lideró una breve campaña contra los lusitanos. En 59 a. C. fue elegido cónsul
gracias al apoyo de sus dos aliados políticos, Pompeyo y Craso, los hombres con
los que César formó el llamado Primer Triunvirato. Su colega durante el
consulado, Bíbulo, se retiró a fin de entorpecer la labor de César que, sin
embargo, logró sacar adelante una serie de medidas legales, entre las que
destaca una ley agraria que regulaba el reparto de tierras entre los soldados
veteranos.
Tras su consulado fue designado
procónsul de las provincias de Galia Transalpina, Iliria y Galia Cisalpina;
esta última tras la muerte de su gobernador, Céler. Su gobierno estuvo
caracterizado por una política muy agresiva en la que sometió a prácticamente
la totalidad de pueblos celtas en varias campañas. Este conflicto, conocido
como la Guerra de las Galias, finalizó cuando el general republicano venció en
la Batalla de Alesia a los últimos focos de oposición, liderados por un jefe
arverno llamado Vercingétorix. Sus conquistas extendieron el dominio romano
sobre los territorios que hoy integran Francia, Bélgica, Holanda y parte de
Alemania. Fue el primer general romano en penetrar en los inexplorados
territorios de Britania y Germania.
Mientras César terminaba de
organizar la estructura administrativa de la nueva provincia que había
anexionado a la República, sus enemigos políticos trataban en Roma de
despojarle de su ejército y cargo utilizando el Senado, en el que eran mayoría.
César, a sabiendas de que si entraba en la capital sería juzgado y exiliado,
intentó presentarse al consulado in absentia, a lo que la mayoría de los
senadores se negaron. Este y otros factores le impulsaron a desafiar las
órdenes senatoriales y protagonizar el famoso cruce del Rubicón, donde al
parecer pronunció la inmortal frase "Alea iacta est" (la suerte está
echada) iniciando así un conflicto conocido como la Segunda Guerra Civil de la
República de Roma, en el que se enfrentó a los optimates, que estaban liderados
por su viejo aliado, Pompeyo. Su victoria, basada en las derrotas que infligió
a los conservadores en Farsalia, Tapso y Munda, le hizo el amo de la República.
El hecho de que estuviera en guerra con la mitad del mundo romano no evitó que
se enfrentara a Farnaces II en Zela y a los enemigos de Cleopatra VII en
Alejandría. A su regreso a Roma se hizo nombrar cónsul y dictator perpetuus
—dictador vitalicio— e inició una serie de reformas económicas, urbanísticas y
administrativas.
A pesar de que bajo su gobierno
la República experimentó un breve periodo de gran prosperidad, algunos
senadores vieron a César como un tirano que ambicionaba restaurar la monarquía.
Con el objeto de eliminar la amenaza que suponía el dictador, un grupo de
senadores formado por algunos de sus hombres de confianza como Bruto y Casio y
antiguos lugartenientes como Trebonio y Décimo Bruto urdieron una conspiración
con el fin de eliminarlo. Dicho complot culminó cuando, en los idus de marzo,
los conspiradores asesinaron a César en el Senado. Su muerte provocó el
estallido de otra guerra civil, en la que los partidarios del régimen de César,
Antonio, Octavio y Lépido, derrotaron en la doble Batalla de Filipos a sus
asesinos, liderados por Bruto y Casio. Al término del conflicto, Octavio,
Antonio y Lépido formaron el Segundo Triunvirato y se repartieron los
territorios de la República, aunque, una vez apartado Lépido, finalmente
volverían a enfrentarse en Accio, donde Octavio, heredero de César, venció a
Marco Antonio.
Al margen de su carrera política
y militar, César destacó como orador y escritor. Redactó, al menos, un tratado
acerca de astronomía, otro acerca de la religión republicana romana, y un
estudio sobre el latín, ninguno de los cuales ha sobrevivido hasta nuestros
días. Las únicas obras que se conservan son sus Comentarios de la Guerra de las
Galias y sus Comentarios de la Guerra Civil. Se conoce el desarrollo de su
carrera como militar y gran parte de su vida a través de sus propias obras y de
los escritos de autores como Suetonio, Plutarco, Veleyo Patérculo o Eutropio.