Según la teología cristiana, un
querubín es un tipo de ángel, el segundo de los nueve coros o jerarquías
angélicas. Se consideran los guardianes de la gloria de Dios. Su nombre
significa "los próximos" o "los segundos", en referencia al
coro angélico que es liderado por los Serafines. Después de los siglos pasa a
ser una palabra con la cual nosotros queremos decir "un niño con
ala". En su etimología hebrea, "Karov" significa
"cercano". Como en la disposición de los coros de los ángeles, los
querubines están cercanos a Dios, se los llamaron "Krubím".
Existen discusiones por la grafía
de la palabra que suena igual (krubím y crubín), pero en hebreo se escribe con
otras letras. (Exodo 25:18;). Tienen una característica de guardianes y al
mismo tiempo de "carruaje". Ezequiel 1:9 muestra a los querubines que
“sus alas se juntaban unas con otras”, por lo que se brinda la imagen de un
grupo homogéneo, constituyendo una especie de 'carroza celestial'. Su
desplazamiento es veloz: “los seres iban y volvían, como si fueran relámpagos”
(Ez 1:14). (De acuerdo con el Apocalipsis su velocidad es como la de un
relámpago).
Muchas otras naciones han
exhibido figuras parecidas como símbolos de la Deidad; por ejemplo, los
egipcios, en sus imágenes de Serapis, como describe Macrobio en su Saturnalia;
los griegos tenían a Hécate de tres cabezas, y los Latinos tenían también
imágenes de Diana con tres caras, según nos informa Ovidio en su Ecce procul
ternis hecate variata figuris. Virgilio la describe asimismo en el libro cuarto
de la Eneida. Porfirio y Eusebio escriben otro tanto de Proserpina. Los
vándalos tenían una divinidad provista de muchas cabezas, a la cual daban el
nombre de Triglaf. Las antiguas razas germánicas tenían el ídolo Rodigast con
cuerpo humano y cabeza de toro, águila y hombre.
Los persas también incorporaron
"Kerubes" guardianes, como se pueden ver hoy día en las ruinas de
Persépolis (Irán). Tenían algunas figuras de Mithras con cuerpo de hombre,
cabeza de león y cuatro alas. Añádanse a esto las quimeras, las esfinges de Egipto,
Moloch y la Astarté de los sirios. A través del mazdeísmo y sus jerarquías
angélicas, el término pasa a designar a un tipo de “ángel o mensajero
divino” en parte de las escrituras
cristianas. Durante la cautividad babilónica o persa, este término pasa a la Biblia
Hebraica, y así prepara el traspaso al Nuevo Testamento, que le dará la forma
definitiva.
De todas formas la palabra se
encuentra testimoniada en acadio, asirio y babilónico, en escritura cuneiforme.
De ahí pasa al hebreo, al griego y latín. Para estas culturas el querubín era
un genio alado, guardián sagrado de las puertas, en forma de animal,
especialmente bajo el aspecto de un toro con cabeza humana y alado. Se usaba
como figura de un genio apotropaico, como por ejemplo, en las puertas del templo
de Isthar de Babilonia, conservadas en el museo de Pérgamo de Berlín, en las
colecciones de arte mesopotámico del museo arqueológico de Estambul, en el
British Museum de Londres, en el Museo del Louvre.