Alceo de
Mitilene fue natural de Mitilene, ciudad de la isla de Lesbos (circa 630 a. C.
- circa 580 a. C.). Fue contemporáneo y presunto amor de la poetisa Safo, con
quien intercambiaba poemas. Era miembro de la clase aristocrática gobernante de
Mitilene, la principal ciudad de la isla de Lesbos, en la cual se vio inmerso a
lo largo de su vida en conflictos políticos y disputas internas. Alceo apoyó a
su clase contra los tiranos advenedizos que se autoproclamaron como la voz del
pueblo, por lo cual Alceo se vio obligado a pasar mucho tiempo en el exilio. Se
dice que logró reconciliarse con Pitaco, el gobernante escogido por el partido
populista, por lo cual pudo retornar finalmente a Lesbos.
La fecha exacta
de su muerte es incierta. La poesía de Alceo es un reflejo directo y sincero de
su vida turbulenta. Se vió envuelto en las luchas civiles que sacudieron Lesbos
en su época, y su poesía refleja sin moderación alguna de sus posturas políticas.
No hay insulto que no dirija al tirano Pítaco por su físico o sus costumbres.
En cambio manifiesta una indefectible lealtad hacia sus compañeros de armas.
Se jacta de ser
tan vehemente en sus odios como en sus amores, lo que da contraste y emoción a
cuanto escribe. Sus composiciones tienen el aire de haberse improvisado como
reacción a los estímulos del momento. Por tanto ofrecen interés humano y
carecen, por la misma razón, de sutileza. Temas que les fascinan son las armas
y el vino. Siempre encuentra una razón para beber: el calor, el frío, la
depresión, etc.
La gama de sus
emociones no es muy amplia, pero basta para despertar su interés hacia
múltiples temas que sabe tratar de manera muy personal. Por ejemplo, la
naturaleza no aparece mas que como telón de fondo: así el florecimiento del
alhelí y el zumbido de la cigarra anuncian que ha llegado el momento de beber.
Pero cuando aparece lo hace en imágenes insólitas y preciosas.
Su lengua tiene
desde luego vigor y sabe tratar admirablemente el tema elegido. Jamás resulta
elaborada o petenciosa. En ocasiones se aproxima demasiado a la oratoria
política, pero esto es más bien culpa de sus temas. Las abundantes
reminiscencias homéricas que vemos en su poesía forman parte de su manera de
abordar la experiencia: las justifica su apego a los viejos ideales homéricos
de hombría y su dependencia de los antecedentes heroicos. A veces prorrumpe en
versos de un brío inusitado. Las fluctuaciones de sus versos corresponden a las
de su temperamento, son hijas de su espontaneidad. Y su estilo se adapta
perfectamente a ellas.
El considerable
número de fragmentos existente, y las traducciones de Alceo al latín hechas por
Horacio, quien consideraba a Alceo como su gran modelo, pueden ayudarnos para
forjarnos una libre idea del carácter de sus poemas.