domingo, 24 de diciembre de 2017

PROTAGORAS


"Confieso que soy sofista  y que instruyo a los hombres. Oh jovencito! Si vienes a mi aprenderás lo que realmente deseas aprender y no como con los otros sofistas, como Hippias (que te enseñaran, en contra de tu deseo, ciencias físicas y no éticas). Aprenderás sobre los asuntos familiares y sobre el estado". Protágoras de Abdera, sofista griego. Admirado experto en retórica que recorría el mundo griego cobrando elevadas tarifas por sus conocimientos acerca del correcto uso de las palabras u ortoepeia. Platón le acredita como el inventor del papel del sofista profesional o profesor de "virtud" (entendida no como "bondad" sino como conocimiento y habilidad para tener éxito mundano).

Protágoras fue un pensador viajero, celebrado y necesitado allí donde fuera. Vivió durante largas temporadas en Atenas, donde fue conocido de Sócrates y amigo de Pericles, quien le encargó la constitución para la nueva colonia de Turios, que redactó hacia 444 o 443 a. C. y en donde por primera vez en la historia, se estableció la educación pública y obligatoria.

También viajó a Sicilia y a otras ciudades de Asia Menor en funciones de maestro de retórica y conducta, recibiendo a cambio cantidades notables de dinero, como el resto de sofistas. El magisterio que llegó a ejercer en el área de influencia griega se extendió en el tiempo durante cuarenta años, según nos cuenta Platón.

Platón le dedicó uno de sus diálogos, el Protágoras, que aún hoy puede leerse como un cuadro vivo, animado y colorido, aunque con escaso rigor histórico, sobre los distintos tipos de sofistas que habitaban en la mansión de Calias –rico ateniense, una especie de mecenas, rodeado de intereses comerciales, políticos, artísticos y militares-. Junto a Gorgias, fueron los únicos sofistas en ser considerados en calidad de filósofos por Platón y Aristóteles. Sócrates guardaba gran estima de ellos por sus cualidades retóricas y la profundidad de sus predicados, a pesar del uso que podían hacer de ellos.

EL HOMBRE COMO MEDIDA DE TODAS LAS COSAS

El principio filosófico más famoso de Protágoras alude al estatus del hombre enfrentado al mundo que lo rodea. Habitualmente se designa con la expresión Homo mensura («El hombre es la medida»), fórmula abreviada de la frase Homo omnium rerum mensura est («El hombre es la medida de todas las cosas»), que traduce al latín la sentencia original en griego. Esta última, según Diógenes Laercio, habría sido la siguiente:

«El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son».

La frase figuraba, según refiere Sexto Empírico, en la obra perdida de Protágoras Los discursos demoledores, y ha llegado hasta nosotros a través de la transcripción de varios autores antiguos. Aparte de Diógenes Laercio, es citado por Platón, Aristóteles, Sexto Empírico y Hermias.

INTERPRETACIONES: La sentencia acusa diversas interpretaciones, como resultado de la dificultad que implica determinar el sentido y alcance de sus tres expresiones fundamentales, a saber: a) El hombre; b) La medida; c) Las cosas.

Se discute si la expresión "el hombre" se refiere al hombre en sentido individual o en sentido colectivo. A saber:

La interpretación en sentido individual señala que el hombre al que hace mención la frase de Protágoras es cada hombre concreto, cada individuo, de tal forma que habría tantas medidas distintas para las cosas como hombres individuales hay. A tal lectura adhiere Platón, quien, por medio de Sócrates, señala en el Teeteto:

«No es verdad que (Protágoras) dice algo así: Tal como me parecen las cosas, tales son para mí, tal como te parecen, tales son para ti. Pues tú eres hombre y yo también.»

La interpretación en sentido colectivo, a su vez, tiene dos enfoques distintos: uno que entiende que la expresión alude a cada grupo social humano; otro, que la considera en sentido genérico, es decir, referida al género humano:

El primer enfoque, que podemos denominar sociológico, ha sido defendido por Eugène Dupréel, e implica plantear que la frase de Protágoras alude a cierta forma de relativismo cultural, donde cada sociedad, cada polis, actuaría como medida de las cosas.

Hay autores (como Untersteiner y Schiappa) que, adhiriendo a la tesis sociológica, consideran que ella no es incompatible con el sentido individual del término, ya que Protágoras habría contemplado ambas visiones al formular su sentencia.

El segundo enfoque, que podemos denominar genérico, fue formulado por Goethe y defendido especialmente por Theodor Gomperz, e implica entender la existencia de una única medida común para todos los hombres individuales; una misma forma, compartida por el género humano, para tasar la totalidad de las cosas.

A veces se interpreta este dicho como simple antropocentrismo, como relativismo de la verdad de las cosas, como que cada hombre es la norma de lo que es verdad para sí mismo, y que toda verdad es relativa para el individuo que la sostiene y que no podría tener validez más allá de él. Él, con su frase célebre, se refería al ser humano y no a cada sujeto, por eso tenía fama de moderado, no era radical. Heidegger propone una interpretación más penetrante de él en su curso Introducción a la Filosofía (Ed. Cátedra, Madrid, 1999, pp. 166 ss. Trad. de Manuel Jiménez Redondo).

LA TEORÍA DE LOS JUICIOS CONTRARIOS: El dominio de esta técnica ofrecería al poseedor -el dialéctico- la disposición, por medio de su arte, de convertir en más fuerte el argumento más débil. Sin embargo, es importante señalar que Protágoras no contemplaba el uso de esta técnica de forma meramente instrumental, por mero afán oportunista, sino que la apoyaba en un complejo discurso en el que se debatía la virtud.

ESCEPTICISMO Y AGNOSTICISMO: También hizo una proposición de agnosticismo: respecto a los dioses, no tengo medios de saber si existen o no, ni cuál es su forma. Me lo impiden muchas cosas: la oscuridad de la cuestión y la brevedad de la vida humana.