"Confieso que soy
sofista y que instruyo a los hombres. Oh
jovencito! Si vienes a mi aprenderás lo que realmente deseas aprender y no como
con los otros sofistas, como Hippias (que te enseñaran, en contra de tu deseo,
ciencias físicas y no éticas). Aprenderás sobre los asuntos familiares y sobre
el estado". Protágoras de Abdera,
sofista griego. Admirado experto en retórica que recorría el mundo griego
cobrando elevadas tarifas por sus conocimientos acerca del correcto uso de las
palabras u ortoepeia. Platón le acredita como el
inventor del papel del sofista profesional o profesor de "virtud"
(entendida no como "bondad" sino como conocimiento y habilidad para
tener éxito mundano).
Protágoras fue un pensador viajero, celebrado y necesitado allí donde fuera. Vivió durante largas temporadas en Atenas, donde fue conocido de Sócrates y amigo de Pericles, quien le encargó la constitución para la nueva colonia de Turios, que redactó hacia 444 o 443 a. C. y en donde por primera vez en la historia, se estableció la educación pública y obligatoria.
También viajó a Sicilia y a otras ciudades de Asia Menor en funciones de maestro de retórica y conducta, recibiendo a cambio cantidades notables de dinero, como el resto de sofistas. El magisterio que llegó a ejercer en el área de influencia griega se extendió en el tiempo durante cuarenta años, según nos cuenta Platón.
Protágoras fue un pensador viajero, celebrado y necesitado allí donde fuera. Vivió durante largas temporadas en Atenas, donde fue conocido de Sócrates y amigo de Pericles, quien le encargó la constitución para la nueva colonia de Turios, que redactó hacia 444 o 443 a. C. y en donde por primera vez en la historia, se estableció la educación pública y obligatoria.
También viajó a Sicilia y a otras ciudades de Asia Menor en funciones de maestro de retórica y conducta, recibiendo a cambio cantidades notables de dinero, como el resto de sofistas. El magisterio que llegó a ejercer en el área de influencia griega se extendió en el tiempo durante cuarenta años, según nos cuenta Platón.
Platón le dedicó uno de sus
diálogos, el Protágoras, que aún hoy puede leerse como un cuadro vivo, animado
y colorido, aunque con escaso rigor histórico, sobre los distintos tipos de
sofistas que habitaban en la mansión de Calias –rico ateniense, una especie de
mecenas, rodeado de intereses comerciales, políticos, artísticos y militares-.
Junto a Gorgias, fueron los únicos sofistas en ser considerados en calidad de
filósofos por Platón y Aristóteles. Sócrates guardaba gran estima de ellos por
sus cualidades retóricas y la profundidad de sus predicados, a pesar del uso
que podían hacer de ellos.
EL HOMBRE COMO MEDIDA DE TODAS LAS COSAS
El principio filosófico más famoso
de Protágoras alude al estatus del hombre enfrentado al mundo que lo rodea.
Habitualmente se designa con la expresión Homo mensura («El hombre es la
medida»), fórmula abreviada de la frase Homo omnium rerum mensura est («El
hombre es la medida de todas las cosas»), que traduce al latín la sentencia
original en griego. Esta última, según Diógenes Laercio, habría sido la
siguiente:
«El hombre es la medida de todas las cosas,
de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son».
La frase figuraba, según refiere
Sexto Empírico, en la obra perdida de Protágoras Los discursos demoledores, y
ha llegado hasta nosotros a través de la transcripción de varios autores
antiguos. Aparte de Diógenes Laercio, es citado por Platón, Aristóteles, Sexto
Empírico y Hermias.
INTERPRETACIONES: La sentencia acusa diversas interpretaciones,
como resultado de la dificultad que implica determinar el sentido y alcance de
sus tres expresiones fundamentales, a saber: a) El hombre; b) La medida; c) Las
cosas.
Se discute si la expresión
"el hombre" se refiere al hombre en sentido individual o en sentido
colectivo. A saber:
La interpretación en sentido individual señala que el hombre al que
hace mención la frase de Protágoras es cada hombre concreto, cada individuo, de
tal forma que habría tantas medidas distintas para las cosas como hombres
individuales hay. A tal lectura adhiere Platón, quien, por medio de Sócrates,
señala en el Teeteto:
«No es verdad que (Protágoras) dice algo
así: Tal como me parecen las cosas, tales son para mí, tal como te parecen,
tales son para ti. Pues tú eres hombre y yo también.»
La interpretación en sentido colectivo, a su vez, tiene dos
enfoques distintos: uno que entiende que la expresión alude a cada grupo social
humano; otro, que la considera en sentido genérico, es decir, referida al
género humano:
El primer enfoque, que podemos denominar sociológico, ha sido
defendido por Eugène Dupréel, e implica plantear que la frase de Protágoras
alude a cierta forma de relativismo cultural, donde cada sociedad, cada polis,
actuaría como medida de las cosas.
Hay autores (como Untersteiner y
Schiappa) que, adhiriendo a la tesis sociológica, consideran que ella no es
incompatible con el sentido individual del término, ya que Protágoras habría
contemplado ambas visiones al formular su sentencia.
El segundo enfoque, que podemos denominar genérico, fue formulado
por Goethe y defendido especialmente por Theodor Gomperz, e implica entender la
existencia de una única medida común para todos los hombres individuales; una
misma forma, compartida por el género humano, para tasar la totalidad de las
cosas.
A veces se interpreta este dicho
como simple antropocentrismo, como relativismo de la verdad de las cosas, como
que cada hombre es la norma de lo que es verdad para sí mismo, y que toda
verdad es relativa para el individuo que la sostiene y que no podría tener
validez más allá de él. Él, con su frase célebre, se refería al ser humano y no
a cada sujeto, por eso tenía fama de moderado, no era radical. Heidegger
propone una interpretación más penetrante de él en su curso Introducción a la
Filosofía (Ed. Cátedra, Madrid, 1999, pp. 166 ss. Trad. de Manuel Jiménez
Redondo).
LA TEORÍA DE LOS JUICIOS CONTRARIOS: El dominio de esta técnica
ofrecería al poseedor -el dialéctico- la disposición, por medio de su arte, de
convertir en más fuerte el argumento más débil. Sin embargo, es importante
señalar que Protágoras no contemplaba el uso de esta técnica de forma meramente
instrumental, por mero afán oportunista, sino que la apoyaba en un complejo
discurso en el que se debatía la virtud.
ESCEPTICISMO Y AGNOSTICISMO: También hizo una proposición de
agnosticismo: respecto a los dioses, no tengo medios de saber si existen o no,
ni cuál es su forma. Me lo impiden muchas cosas: la oscuridad de la cuestión y
la brevedad de la vida humana.