jueves, 31 de mayo de 2018

EOLO, DIOS DE LOS VIENTOS

Eolo era el señor de los vientos, que aparece en un principio con condición mortal, aunque con el tiempo llega a atribuírsele naturaleza divina. En la tradición literaria grecorromana es confundido a veces con otros dos personajes del mismo nombre. Era hijo de Arne, hija de un Eolo anterior. Según unas noticias, su padre fue Hippotes; según otras, era hijo de Poseidón. Su historia, que probablemente está en relación con la emigración de una rama de los eolios a occidente, se nos ha transmitido asi: Arne confesó a su padre que estaba embarazada de Poseidón, pero su padre no la creyó y la entregó a un extranjero de Metaponto (Italia), que se la llevó a su patria de origen.

Arne parió allí dos niños, Beoto y Eolo, que fueron adoptados por el hombre de Metaponto para seguir un oráculo. Cuando ambos crecieron hasta la edad adulta tomaron por la fuerza el poder en Metaponto. Pero tiempo después se produjo una disputa entre su madre Arne y su madre adoptiva Autolite. Los hermanos mataron a esta última y escaparon de Metaponto. Eolo llegó a ciertas islas del Mar Tirreno, que por su nombre recibieron el de Islas Eólicas y, según algunas fuentes, fundó la ciudad de Lípara (Diodoro Sículo, 4. 67, 5. 7).

Allí actuó como rey justo y piadoso, se comportó benévolamente con los nativos, y los inició en el uso de barcos para navegar y, de acuerdo con las señales que observaba en el fuego, los advertía de la naturaleza de los vientos que iban a sobrevenir. Este, según Diodoro, es el motivo por el que la mitología describe a Eolo como señor de los vientos. Este Eolo fue el que se encontró Ulises durante sus peripecias. Higino (Fábulas, 186, «Melanipe») aporta otra versión de los hechos.

Según estas versiones, Eolo, el padre de la raza eolia, se relaciona con el señor y dios de los vientos. El punto de partida sobre el que se estableció esta conexión, desarrollada más tarde por los poetas y mitógrafos, se encuentra en Homero, Odisea, 10. 2 y ss. (Véase también Higino, Fábulas, 125, «Odisea»)

Sin embargo, en Homero (Homero, Odisea, 10.1 ss.) Eolo no aparece ni como dios ni como padre de los vientos, sino simplemente como el afortunado gobernante de la flotante isla Eolia, al que Zeus había convertido en el administrador de los vientos, a los que podía aplacar o poner en movimiento a su antojo. Esta afirmación de Homero y la etimología de su nombre a partir del griego ἀελλαῖος («tormentoso») fueron la causa de que en tiempos posteriores Eolo fuera contemplado como dios y rey de los vientos, que guardaba encerrados en una montaña. Por consiguiente, fue a él a quien Juno se dirigió cuando quiso destruir la flota de los Troyanos (Virgilio, Eneida, 1.65 ss.). En tiempos de Pausanias se creía que la isla Eolia de Homero era Lípari (Pausanias, 10.11.3).

Consecuentemente, en tiempos posteriores, se creyó que esta isla (o la de Stromboli) era el lugar en el que habitaba el dios de los vientos (Virgilio, Eneida, 1.52, 8.416; Estrabón, 6.5). Otras fuentes sitúan en Tracia la residencia de Eolo (Apolonio de Rodas, 1. 954, 4. 765) o en las proximidades de Regio en Italia.

Los siguientes pasajes de poetas posteriores muestran cómo Eolo fue gradualmente considerado un dios: Ovidio, Metamorfosis, 1. 264; 11. 748; 14. 223; Valerio Flaco, 1. 575. No se sabe con certeza si Eolo fue representado por los antiguos en obras de arte: el hecho es que, si existieron, no han llegado hasta nosotros.