jueves, 4 de enero de 2018

OSTRACISMO

Óstrakon, con el nombre de Temístocles.
Museo del Ágora de Atenas.
El castigo por ostracismo era la fórmula o método por el cual se podía desterrar durante un cierto tiempo a un ciudadano no grato o peligroso para el bien común. La palabra “óstrakon” quiere decir cáscara de huevo, caparazón de tortuga, caparazón en general, incluso las que están hechas de barro. También se refiere a un trozo de terracota en forma de concha donde se escribía el nombre de aquellos ciudadanos de la antigüedad que serían desterrados después de una votación. Se han hallado muchos en el lugar que ocupaba el Ágora de Atenas. La ley del ostracismo fue decretada en Atenas, en el año 510 a. C., por Clístenes y se puso en práctica en el año 487 a. C. como lucha contra la tiranía. 

Primero fue condenado el político Hiparco, más tarde Megacles V, Jantipo (padre de Pericles) y en el 482 a. C., Arístides, por sus enfrentamientos sociales a favor de los campesinos y en contra de las flotas marítimas. El último condenado se sabe que fue un demagogo ateniense llamado Hipérbolo, en el año 417 a. C. Cada año durante la sexta pritanía (entre enero y febrero) época que la cual la mayoría de los ciudadanos podían acudir a la polis (las cosechas se almacenaban), se reunía en asamblea y votaban sobre si se debía proceder a un ostracismo.

Para aplicar cada año la ley se reunía en Atenas la asamblea; votaban a mano alzada, no había un debate y los nombres de los candidatos no se revelados y si el resultado era positivo, volvían a tener una votación pública dos meses más tarde, en la siguiente pritanía: se reunían en asamblea solemne (catekkelesía) con un quorum de 6000 votantes, y cada ciudadano que deseaba votar, inscribía sobre un fragmento de cerámica o eventualmente en una concha de ostra (de ahí la palabra ostracon, el nombre del sujeto cuyo destierro le parecía necesario para el bien público. No había a continuación un debate.

Siempre que había una mayoría absoluta de votos, la persona cuyo nombre aparecía debía abandonar la ciudad en el plazo máximo de diez días y permanecer exiliado durante diez años (a menudo esta frase tenía un connotación teórica, ya que muchos a ostraquizados eran llamados anticipadamente y se les permitía regresar antes de que se cumplieran la sanción de una decena de años, lo que guardaría cierto paralelismo o equivaldría en cierto modo en nuestro siglo con las reducciones de penas a los encarcelados)

Esta votación se hacía al pie de la colina en la que se ubicaba el Cerámico, el barrio del gremio alfarero de Atenas. Al pie de dicha colina se arrojaban los productos de alfarería defectuosos, rompiéndose en trozos cóncavos que recordaban la forma cóncava e irregular de una concha de ostra (ostracon).

En esta votación cada votante escribía el nombre de la persona a quien quería desterrar en el ostracon (la concha de barro). Si el nombre de dicha persona alcanzaba una determinada cifra de votantes, tenía que marcharse de Atenas antes de 10 días y permanecer en el destierro durante 10 años. El exilio no era nunca permanente y, además, la persona exiliada no perdía jamás sus derechos como ciudadano e incluso podía ser perdonado por una nueva votación de la asamblea. Durante el periodo de destierro, la ekklesía conservaba los ostraca en los que figuraban los nombres de los ostraquizados.

Era un mecanismo de autodefensa popular, un simple voto de confianza política: no constituía una pena judicial, ni un condena penal (no hay pena, la preservación de los derechos civiles, etc.) Por Aristóteles se sabe que también el gobierno democrático de Argos practicaba el ostracismo. En un escolio a Aristófanes se cita a Megara y a Mileto como ciudades donde asimismo se aplicaba el ostracismo.